El éxito de la compacidad
La puesta a la venta del Audi Q5 supuso un éxito prácticamente inmediato. Con unas medidas mucho más razonables que las aportadas por el Q7, los 4,63 metros del nuevo SUV no suponen tantos problemas a la hora de maniobrar, aparcar o rodar por ciudades congestionadas. Pero en Audi han sabido mantener una cualidad del Q7 muy alabada por los potenciales clientes; la estética.
Mucho más redondeado en sus líneas de lo que venía siendo habitual en modelos tipo SUV de la competencia -con permiso de Volvo-, el Q5 aporta incluso un coeficiente aerodinámico de 0,33, siendo ésta una cifra muy satisfactoria para un Modelo de su segmento. Frontalmente mantiene la parrilla que lo engloba sin lugar a dudas como integrante de la gama Audi, permitiendo una imagen exterior muy atractiva desde prácticamente cualquier ángulo.
Vídeo de la prueba
En este caso la unidad probada fue el 2.0 TDI de 170 CV, un bloque de cuatro cilindros que ya incorpora conducto común y que mejora claramente la suavidad de marcha y sonoridad de los antiguos motores con inyector-bomba. Esta mecánica no ofrece sin embargo lo mejor de sí misma a bajas revoluciones, siendo algo perezosa a la hora de salir desde parado. No obstante, dicha característica queda prácticamente eliminada con la incorporación del cambio S Tronic. Este último es el mismo cambio manual robotizado de siete relaciones y doble embrague de VW al que se le ha variado la denominación para diferenciarlo de sus menos lujosos hermanos de grupo.
Una cualidad notable en el Q5 es sin embargo su comportamiento en carretera. Muy noble de reacciones y aportando una extraordinaria comodidad, las inclinaciones de su carrocería no son exageradas, mientras que la existencia de un diferencial central tipo Torsen permite solventar situaciones complicadas con gran facilidad. A pesar de ello, no debemos olvidar que se trata de un Modelo de gran peso (unos 1800 kilos) y que tiene por tanto grandes inercias, por lo que no es conveniente buscarle las cosquillas en carreteras viradas.
Al buscar sus límites fuera de carretera encontramos que éstos se sitúan más allá de lo esperado por capacidad de tracción, aunque queda limitado por sus cotas, sobre todo de altura, y por unos neumáticos más enfocados al asfalto que a su uso fuera del mismo. El cambio automático permite mayores veleidades que el manual, pues la combinación de este último con la comentada pereza del motor a pocas vueltas hace que calar el Q5 ante situaciones mínimamente comprometidas sea algo bastante habitual.
Aun así, y como es habitual con los SUV de cierto lujo, los lugares a los que puede acceder el Q5 no serán los más buscados por quienes han desembolsado el dinero que cuestan este tipo de vehículos.
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