La marca bávara nos ha demostrado que
las nuevas tendencias en movilidad sostenible no están reñidas con la buena dinámica de conducción con la que se suele asociar comúnmente a sus modelos. El más claro representante de esta afirmación es el
BMW i8, un deportivo
híbrido enchufable capaz de
proporcionar sensaciones de puro infarto.
No obstante su radicalidad, según algunos puristas, no llegaría alcanzar a la de los
anhelados BMW M. No sabemos si se debe a
su propulsión híbrida o a su planteamiento, aunque algo nos hace pensar que se deba a lo primero, ya que en lo segundo poco o nada habría que achacarle al deportivo plug-in Hybrid.
Sí la tecnología híbrida es la barrera psicológica que muchos creen que los M no han de traspasar, parece que habrán de ir cambiando el chip… Según Dirk Hacker, el vicepresidente de ingeniería de BMW, el futuro de los vehículos más deportivos de la hélice tendrá que contar con la asistencia de la electricidad, sin prescindir del motor de combustión, recurriendo por tanto a la hibridación.
En las declaraciones del señor Hacker a la publicación británica AutoExpress durante el pasado Salón de Detroit, el directivo de la firma germana habría matizado que detrás de esta medida, en caso de llagar a buen puerto, no habría tanto una cuestión de eficiencia, siendo más bien para mejorar el rendimiento de los M.
Sea como fuera, no sería algo que veremos en cualquiera de las próximas grandes citas del mundo del automóvil. Hacker matizaba en sus comentarios que no estarían dispuestos a sacar esta tecnología en un M hasta que hayan logrado una integración correcta de estos sistemas que no dañe a la dinámica del vehículo debido al sobrepeso que supone su instalación.