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Dodge Journey

La cueva de los secretos

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Dodge presentó el Journey por primera vez en el 2007, aunque no fue hasta el siguiente año que llegó a los concesionarios españoles. Su estética SUV esconde un automóvil de buena realización y, sobre todo, tremandamente útil.

Su imagen exterior hace pensar en otro integrante de los cada vez más habituales SUV o todocamino, uno de esos vehículos dotados de tracción a las cuatro ruedas pero que en realidad van dirigidos a su utilización en ciudad o carreteras asfaltadas. En el caso del Journey, la tracción se realiza siempre a las ruedas delanteras -al menos en nuestro país, como veremos más adelante- aunque su elevada altura al suelo permite que se pueda transitar por zonas más complicadas que con un turismo más tradicional.

(Vídeo del exterior y prueba dinámica)

También debido a la altura de la carrocería el acceso a su interior es bastante cómodo pues, al contrario de lo habitual, no hay que descender al habitáculo, sino sólo meterse en él. Encontrar una buena postura de conducción en el Journey es muy sencillo, cuenta con todos los posibles reglajes, incluyendo regulación automática del asiento del conductor y, por supuesto, regulación en altura y profundidad del volante. Además, nos ofrece una gratificante sensación de dominio que es la que buscan muchos compradores de vehículos SUV.

Imponente dese cualquier ángulo, el Journey es una automóvil de 4,9 metros de largo y casi 1,84 de alto. Americano de nacimiento, este automóvil se desarrolló en colaboración con Peugeot y Mitsubishi, compartiendo el chasis con el 4007 del fabricante galo y con el Outlander del nipón. Hizo su debut oficial en el Salón de Francfurt del 2007.

En Estados Unidos y otros mercados el Journey cuenta con tres mecánicas de gasoina que no se encuentran disponibles en España. La más básica es un 2,4 litros de cuatro cilindros y 173 CV de potencia. Por encima están sendos V6 pero con cilindradas de 2,7 y 3,5 litros que alcanzan los 186 y 235 CV de potencia respectivamente y que están claramente dirigidas al mercado americano. Ya hemos dicho que el Journey no es un SUV aunque, en la versión de mayor potencia, existe la posibilidad de contar con tracción a las cuatro ruedas. Como buen americano, el motor más potente sólo está disponible con un cambio automático tradicional de seis relaciones.

Después de haber probado otros modelos de la marca, la calidad de realización interior del Journey sorprende para bien. No existen plásticos de baja calidad, no hay rebabas de ningún tipo y, además, todo parece realizado para durar y también para agradar. Es curioso comprobar incluso como algunos mandos -como los del sistema de audio o el de los elevalunas- son calcados a los encontrados en productos firmados por Mercedes, y es que no debemos olvidar que Dodge pertenece a Chrysler y que esta última ha estado unida a Mercedes Benz durante los últimos años -hasta que se rompió el idilio-.

A todo lo anterior se une un nivel de acabado y cuidado en los detalles que no habíamos visto nunca antes en productos de la firma americana. Todo son detalles cuidados y mimos al conductor y sus acompañantes. Entre las soluciones prácticas que aporta encontramos la climatización de tres zonas independientes (una para cada pasajero delantero y otra para las plazas traseras).

Como ocurre con otros automóviles de diferentes marcas, el arranque del Journey sólo se puede realizar previo desembragado del vehículo (para desembragar hay que pisar el embrague) algo que, por otra parte, siempre es recomendable para conservar la mecánica el máximo número de kilómetros.

(Vídeo del interior y sus soluciones prácticas)

Y pasamos ahora al aprovechamiento interior, verdadero punto fuerte de un coche pensado para la familia. Sobre el salpicadero tenemos una pequeña guantera con tapa, las puertas cuentan con espacio para botellas grandes, aunque en su contra debemos decir que no tiene demasiada longitud para poner, por ejemplo, mapas o revistas.

Tras los asientos delanteros encontramos una de las pequeñas grandes sorpresas del Journey; unas cajas impermeables que se tapan y ocultan bajo el piso para poder transportar prácticamente cualquier cosa, incluyendo un montón de hielo en el que conservar bebidas frías para una refrescante jornada campestre. No son los únicos huecos, bajo el asiento del acompañante también se ofrece un amplio espacio en el que ocultar objetos a la vista de los amigos de lo ajeno. La guantera, aunque no tiene un tamaño demasiado grande, está dotada de un portalatas en el que dos de éstas pueden incluso ir refrigeradas gracias a la ventilación proveniente del aire acondicionado.

El ángulo de apertura de las puertas posteriores es de 90º para facilitar el acceso a dicha zona, mientras que los asientos de la segunda fila cuentan con reglajes en longitud e inclinación. Salvo en la versión más básica, todos los acabados del Journey cuentan con siete asientos divididos en tres filas e, incluso en la fila posterior, dos adultos pueden realizar un viaje con relativa comodidad. Por lo que se refiere a la segunda fila, sus posibilidades de reglaje, el aire acondicionado independiente e incluso la posibilidad de utilizar la zona central como apoyabrazos hace que, por muy exigentes que sean nuestros acompañantes, su comodidad siempre quede fuera de toda duda.

La versión que nos ocupa es la diésel cuyo motor, un dos litros de 140 CV denominado CRD (Common Rail Diesel) proviene del banco de motores del grupo Volkswagen. Al igual que le ocurre al Outlander de Mitsubishi, el Journey monta el conocido 2.0 TDI del consorcio alemán en su versión de 140 CV de potencia. Esta mecánica está disponible acoplada a un cambio manual de seis relaciones o también al conocido DSG también con seis marchas.

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En nuestro recorrido pudimos comprobar el buen funcionamiento de la versión manual en la que, sobre todo, destacan los bajos consumos frente a otras cualidades. Menos satisfactoria es la poca sensación de empuje a bajas revoluciones debido, muy probablemente, a la unión de varios factores, entre los que se encontrarían el elevado peso del conjunto, una fuerza real de la mecánica que no hace su aparición hasta pasadas las 1500 rpm y un desarrollo algo largo en las primeras relaciones del cambio.

Pese a lo anterior, los 140 CV son más que suficientes para realizar desplazamientos a un ritmo por encima de la media. La única precaución que deberemos tomar será la de realizar adelantamientos con mucho espacio y aprovechando las posibilidades de un cambio de seis relaciones. Aunque no lo hemos probado, estamos casi seguros que el funcionamiento del DSG permite limar estos pequeños puntos oscuros en el rendimiento general del vehículo.

La estabilidad es otro de sus puntos fuertes. Pese a la altura del conjunto, las inclinaciones de la carrocería no son excesivas -considerando los límites lógicos de la física- y sólo una conducción irresponsable puede hacer perder la compostura a este buen automóvil. Al final, con el paso de los kilómetros el conductor se acostumbra a la alta posición de conducción y disfruta del control visual de todo su entorno así como del confort de marcha bajo cualquier circunstancia.

El Journey es, en definitiva, uno de esos coches que se van ganando nuestra confianza y nuestro corazón con el uso, y éste es uno de los mejores piropos que se le pueden hacer a un automóvil del que teníamos nuestras dudas y que se ha terminado por conquistarnos.

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Publicado el: 26/08/2008

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