Englobado en el creciente segmento de los monovolúmenes relativamente pequeños, el Ford B-Max ha sido el primero que ha apostado por unas soluciones tremendamente rompedoras, como son la apertura corredera de las puertas posteriores unido además a la ausencia de pilar central. Entre su competencia directa sólo el Opel Meriva, con sus puertas traseras de apertura opuesta a la marca, rivaliza en originalidad de acceso con el B-Max.
Al analizar el uso que puede darse al B-Max con estas soluciones encontramos que muy probablemente los niños pequeños tengan algún problema con el cierre de las mismas desde el interior dado el sistema que utiliza, que requiere una posiciión algo forzada y una fuerza relativamente importante. Además, es necesario prestar atención para no pillarse las manos entre la carrocería y la puerta en la zona lateral del asiento. Por lo que se refiere a los espacios destinados a la impedimenta encontramos un pequeño hueco en las puertas en el que caben lapiceros y poco más.
Las ventanillas laterales posteriores no descienden hasta el comienzo de la puerta, pero son de un solo toque y con la presencia del aire acondicionado serán pocos los usuarios que requieran una apertura mayor. La posición de los ocupantes en los asientos no acepta ningún tipo de regulación en inclinación del respaldo o longitud de la banqueta, por lo que habremos de adaptarnos a la posición que ofrece el vehículo que, a nuestro juicio es, por ejemplo, demasiado recostada. Un detalle de agradecer es la presencia de un hueco destinado a ubicar el cinturón de seguridad cuando no es usado, impidiendo con ello que se produzcan molestos golpeteos del mismo con la carrocería.
Partiendo de una anchura no excesiva, es lógico que este monovolumen cuente con unas plazas traseras destinadas a dar buen acomodo a sólo dos ocupantes, dejando el repsaldo de la plaza central (que está disponible pero no recomendamos para viajes largos) ocupado por un apoyabrazos para dar mayor confort a los ocupantes laterales. Aunque no existe posavasos en el propio apoyabrazos sí que disponemos de un lugar entre las puertas y los asientos que puede utilizar cada uno de los ocupantes traseros pero que ofrece algo menos de comodidad que si estuvieran en la zona central.
Un elemento de gran importancia en este tipo de vehículos y, a nuestro juicio, bien resuelto en el caso del B-Max, es el maletero y las curiosas soluciones que aporta, sobre todo en cuanto a la moqueta extraíble que hace de suelo. Lo que no nos ha gustado tanto ha sido la solución aportada por el doble suelo, con una bandeja inferior en la que hay que hacer ciertas cábalas para ubicar toda la impedimenta y que, en cualquier caso, quita más espacio del que debiera, sobre todo porque en realidad se puede poner prácticamente todo lo que hay en dicha bandeja en la parte inferior, la que estaría dedicada a la inexistente rueda de repuesto que en este coche deja paso al kit antipinchazos.
Al abatir los respaldos el asiento desciende un poco para ofrecer un espacio de carga plano que se amplía mucho gracias a la posibilidad de abatir igualmente el asiento del acompañante. Es entonces cuando cobra todo su sentido la inteligente moqueta del B-Max, que está diseñada para facilitar la carga e impedir además que se dañe o ensucie el maletero en su interior.
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