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Ford B-Max, prueba dinámica

En Motorgiga hemos tenido oportunidad de probar en profundidad tanto la versión 1.6 diésel de 95 CV de potencia como el novedoso motor de gasolina tricilíndrico sobrealimentado por turbo de un litro en su versión de 120 CV de potencia. Dentro del actual segmento de monovolúmenes pequeños el B-Max es un vehículo tremendamente capaz en su interior lo que, por otra parte, tampoco debe sorprendernos mucho al analizar sus dimensiones, pues los 4,08 metros de largo de este vehículo se quedan bastante cerca de, por ejemplo, los 4,17 que anunciaba orgulloso el Renault Scénic de principios del 2000 y que era considerado como un amplio monovolumen compacto. Pero centrémonos aquí en el aspecto dinámico y de conducción (en las pruebas de análisis de plazas delanteras del B-Max y análisis de asientos traseros hay un amplio reportaje sobre los interiores).

Ford B-Max


La postura de conducción del B-Max es satisfactoria en cuanto a situación de todos los mandos y ubicación general del conductor. Aun así, existen dos puntos que al menos a nosotros no han terminado de convencernos. Por un lado tenemos un asiento en el que se sitúa el anclaje del cinturón y que, en ambas unidades probadas, contaba con una cierta holgura en su regulación vertical que no nos hacía presagiar una buena fiabilidad a largo plazo. Además, justo en la zona donde la espalda pierde su nombre y entre el respaldo y el asiento, se encuentra una pequeña protuberancia que al menos a nosotros nos resultaba incómoda.
 
Ford B-Max

Los 120 CV de potencia anunciados por el motor de gasolina son teóricamente más que suficientes para mover a este vehículo... y en la práctica, en la mayoría de ocasiones, también, pero con algunos matices. Comparado con el motor 1.6 TDci de 90 CV la respuesta al acelador de una y otra mecánica es completamente distinta, mientras en el diésel nos encontramos con una respuesta más inmediata en el gasolina hemos de esperar algo más para que una mayor presión sobre el acelerador se convierta efectivamente en una mayor velocidad del vehículo. Y es que el excelente rendimiento del tricilíndrico de gasolina se queda en 170 Nm de par motor máximo frente a los 215 que ofrece el diésel, y ante eso no hay mucho que hacer, aunque mientras el diésel mantiene dicha fuerza sólo hasta las 2550 rpm en el gasolina puede estirarse la mecánica hasta las 4000 vueltas manteniendo la zona óptima de par motor.
 
 


El aspecto de los consumos viene también condicionado por la capacidad de respuesta y requerimientos que hagamos a la mecánica. En ambos casos estamos hablando de consumos bastante aquilatados en conducción normal, siendo de unos ocho litros para el gasolina y en el entorno de 6 o 6,5 para el diésel. No obstante, en el motor de gasolina podremos ver medias de hasta 10 litros si queremos que los 120 CV hagan acto de presencia o necesitamos aprovechar toda la capacidad de carga de nuestro automóvil.

Donde no hemos encontrado ninguna pega es en el aspecto de la estabilidad. Si bien es cierto que el viento lateral puede afectar en cierta medida al modelo debido a su altura y amplia superficie lateral, la pisada que aporta el B-Max es satisfactoria en autopista y mejor aún en carreteras viradas, donde a pesar de su centro de gravedad relativamente elevado ofrece buenas aptitudes y aporta tanto confort como seguridad activa. En particular nos ha gustado el tacto del volante y la dirección, con un cambio situado en una buena ubicación que parece invitar a utilizarlo en cuanto se tiene oportunidad. 
 
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Publicado el: 31/05/2013
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