Jueves - 13.Noviembre.2025
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Historia de la marca RICKENBACKER

Sociedad automovilística norteamericana constituida en agosto de 1921 en Detroit. Entre sus socios fundadores figuraban nombres de excepción cuya popularidad contribuyó decisivamente al éxito inmediato de la nueva marca. Además del capitán Eddie Rickenbacker, as de la aviación norteamericana de la primera guerra mundial, se adhirieron a la iniciativa B. F. Everitt y W. Flanders, constructores de los E.M.P., los Everitt y los Maxwell, y el técnico H. C. Cunningham, procedente de la Winton y la Ford.

La producción comenzó en 1922 con un modelo de 6 cilindros de gran clase, dotado de una línea agradable de estilo europeo, un motor potente y elástico y unos acabados de lujo. El emblema distintivo de dicho modelo era el mismo que Rickenbacker había aplicado a su avión de combate: un gorro de aviador dentro de un círculo. Al final del primer año de producción, del coche se habían vendido ya un buen número de ejemplares, gracias al prestigio de su marca y también a su precio, que, en comparación con la alta calidad del vehículo, se había situado dentro de unos límites competitivos.

El modelo fue mejorado en 1923 con la adición de frenos en las ruedas delanteras, mientras que en 1924, con la serie C, se introdujeron limpiaparabrisas eléctricos, cuentakilómetros y otros muchos accesorios, entre ellos el encendedor, que todavía aumentaron más la fama de dicho automóvil. En ese año se adoptó también una carrocería de línea redondeada cuyo aspecto delantero quedaba realzado gracias a un radiador de níquel. En 1925, junto con el motor de 6 cilindros, se presentó como opción un modelo de 8 cilindros en línea con una potencia de más de 100 CV. De este modo, la gama de la marca llegó a alcanzar 14 versiones, que se diferenciaban por su motor, carrocería y equipos especiales.

En 1926 apareció el que se recuerda como mejor automóvil de la serie Rickenbacker, el Super Sport Sedan, un elegante torpedo con parachoques de caoba ribeteados de cobre (similares a las palas de la hélice de un avión) y radiador totalmente de cobre y en forma de concha.

Las ventas siempre se mantuvieron a niveles satisfactorios. Tan sólo a principios de 1927 se registró cierta disminución, que no fue tan grave como para justificar el cierre de la empresa, cosa que, no obstante, sucedió precisamente durante dicho año.



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