En la prueba dinámica nos pusimos al volante de la versión 1.5 de 131 caballos por una carretera de fábula, con constantes curvas, subidas, cambios de rasante... En esa especie de parque de atracciones comprobamos la eficacia del chasis, el tacto soberbio de la palanca del cambio y también echamos de menos algo más de 'caballería' en momento puntuales. Y en esas condiciones firmamos un consumo medio de 8.0 litros. Ya en autopista rebajamos la cifra hasta los 6,0 litros. Su condición de propulsión trasera y un perfecto reparto de pesos convierten a este vehiculo en un auténtico juguete para mayores.
Al día siguiente nos pusimos al volante de la novedad mecánica de peso: el motor 2.0 de 160
CV asociado a la transmisión automática de seis relaciones. Nos gustó. El MX-5 parece que 'pide' cambio manual, pero esta transmisión automática con
convertidor de par da mucho juego... y facilita las cosas en el día a día, sobre todo en ciudad. Es impresionante comprobar como este
propulsor sube de vueltas y disfrutar del sonido que sale por el escape.
El programa Sport ofrece más ímpetu y una respuesta más rápida del acelerador y el diferencial autoblocante es un gran aliado a la hora de trazar curvas. Si forzamos más allá de las 6.000
rpm la gestión electrónica sube de marcha para no dañar el motor. El único 'problema' es que las prestaciones no son tan brillantes como la versión manual, registrando 194 km/h de velocidad máxima (215 km/h el manual) y acelerando de 0 a 100 km/h en 8,4 segundos, uno más que con la caja manual. También el consumo medio homologado se incrementa en 0,3 litros cada 100 kilómetros (7,2 litros frente a 6,9).
El MX-5 RF es un vehículo de sensaciones, para disfrutar. Eso le pasa factura en aspectos como el confort, pero no en su dotación de seguridad.
Por eso incorpora elementos como un control de ángulo muerto, una alerta de tráfico cruzado en la zaga, otra de cambio involuntario de carril, luces direccionales o un control de luces de carretera inteligente.
La gama inicia ahora su comercialización con cuatro niveles de acabado (más una versión limitada Nappa Edition) y un abanico de precios que parte desde los 27.500 euros de la variante de acceso con el motor 1.5, los 30.300 con el motor 2.0 y los 33.300 euros de la motorización más potente asociada al cambio automático. Eso se traduce en un incremento de 2.500 euros con respecto a la versión con techo de lona. A esas cantidades hay que aplicarlas un descuento promocional de 2.000 euros y el ahorro puede incrementarse en 591 euros más si se financia con la marca.