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O soy un genio, o un p__o desastre

IMPORTANTE: Si me has enviado una consulta, deberías leer este post.

Sí, no hay dudas, no hay término medio, tal y como está transcurriendo mi día a día en los últimos tiempos sólo quedan estas dos alternativas. Y es que dicen que los genios se caracterizan por lo caótico de su existencia, son despistados, olvidadizos y con mala memoria para el día a día, aunque excelentes cuando se trata de hablar de sus conocimientos sobre una materia dada. Quizás es por la necesaria existencia de este último punto por lo que me temo mucho que entro en la categoría de p--o desastre.

 

No hará más de una semana que empezó a darme problemas el g-mail, ese insigne y polifacético cubo inacabable de buzón de entrada que anuncia hasta unos seis gigas de espacio gratuito se me estaba quedando corto. Sí, a diario me entran cientos de correos, y aunque he estado un tiempo flirteando con el 95% de la capacidad consumida, no podía borrar suficientes correos para ponerme al día porque, como soy un desastre, no sabía qué correos contenían algo importante. Hasta que dejaron de llegarme correos y no tuve más remedio que borrar "a saco". Afortunadamente, me di cuenta prácticamente de inmediato de la posibilidad de comprar más espacio en G-mail por el módico precio de cinco euros. Así es que eso hice. Pero ya había apretado la tecla de "eliminar para siempre jamás" de un montón de correos, y entre ellos soy consciente que había varias consultas de periodistamotor. Lo lamento, no podré contestarlas, salvo una que me preguntaba por un embrague de un Outback y es la única de la que me acuerdo.

Quienes me enviasteis la consulta y deseéis ponerme verde por mi torpeza seguro que también disfrutaréis con lo que sigue, que no es otra cosa que la constatación de mi ausencia de cabeza. Respecto a mi torpeza ya dejé constancia en otro post referido al Salón de París. Lo que viene a continuación ocurrió en una presentación la pasada semana. Habíamos pasado ya todos los controles del aeropuerto y ocupado nuestros sitios en el avión. Todos los compañeros, los responsables de la Marca y el pasaje se encontraban en su sitio… todo, menos mi teléfono, que había dejado yo delicadamente ubicado en la Sala VIP del aeropuerto de Barajas al lado de un ordenador. Afortunadamente, un pequeño problema en el avión me permitió tener el tiempo suficiente para volver sobre mis pasos (corriendo como un poseso por todo el aeropuerto) y recuperar mi teléfono.

Pasado el mal trago del teléfono sufrí las lógicas mofas de mis compañeros en el avión quienes, desconozco por qué motivo, me llamaban despistado. Llegamos al destino, recogí mis cosas, charlé con mis colegas, nos reímos de mi torpeza y comentamos con sorna los problemas que tendríamos al día siguiente porque nos encontrábamos en el aeropuerto de Lisboa y se estaba celebrando una importante reunión de la OTAN. En uno de los momentos más animados de la conversación caí en la cuenta de que iba yo muy liberado de peso… efectivamente, había recogido mi teléfono, mi ordenador, mi abrigo… y había dejado mi maleta en el avión.

Recuperé mi maleta, si, pero jamás recuperaré mi credibilidad como persona responsable ante mis compañeros de viaje. Lamentablemente, creo que debo asumir que no soy un genio, así es que sólo queda una alternativa posible...

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1 comentarios

anónimo dijo...
¡¡¡los que somos un desastre te saludamos!!!! un ciento de dias malos al año lo tiene cualquiera. jejeje ;)
anónimo - [29/04/2012 10:08:02] - ip registrada
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