En la presentación que tuvo lugar la pasada semana del Seat Ibiza tuve la oportunidad de probar un prototipo preserie que combinaba el cambio manual robotizado de siete relaciones y el motor 1.6 de gasolina y 105 CV de potencia. El resultado no fue en absoluto lo que había previsto.
La presencia de los motores de gasóleo ha hecho que muchos de nosotros olvidemos lo que ocurría hace algunos años con determinadas mecánicas de gasolina o, mejor dicho, que en ocasiones sigamos dando por hecho que determinadas situaciones siguen ocurriendo.
Todavía recuerdo los coches de alguna Marca (permitid que no la nombre puesto que hace años que no les sucede) que, en un esfuerzo por conseguir cifras de consumo homologado bajas, "tiraban" de desproporcionados desarrollos en las últimas Marchas y obligaban a trabajar a destajo para extraer el potencial de sus mecánicas.
Hoy parece que se vuelve a esta tendencia de alargar los desarrollos, aunque parece que se está realizando con un mayor conocimiento y, al menos en los automóviles que he tenido la oportunidad de probar, no supone un problema.
Volviendo al Ibiza. La combinación de un cambio automático con un motor de gasolina de 105 CV y una Carrocería que ya cuenta con un peso, era una situación que no terminaba de cuadrarme. Pero es que no se trataba realmente de dicha situación, pues el cambio automático es en realidad un cambio manual robotizado. Y no uno cualquiera, un DSG de doble embrague con siete Marchas.
La particularidad de usar este cambio radica en que no existen pérdidas de potencia por resbalamiento y, además, la centralita puede escoger entre siete relaciones distintas la que más se adecúa a cada circunstancia.
El resultado es que el Ibiza que probé (preserie, vuelvo a matizar) se movía con mucha más soltura que la Versión manual. Con sólo utilizar el pedal del acelerador, la respuesta era mucho más rápida en cualquier momento, pues si la relación existente carecía de respuesta el propio cambio bajaba de Marchas hasta encontrar la más adecuada a las necesidades del momento. Dado que además los cambios se realizan con exquisitez, el resultado final resultaba redondo.
No voy a decir que sea la mejor combinación motor/transmisión que haya probado -lejos estaría de la realidad- pero sí pondré la mano en el fuego para afirmar que el cambio DSG es la mejor opción que tiene el 1.6 para ofrecer un rendimiento tan afortunado. Y es que, al final, la respuesta de cualquier mecánica viene siempre condicionada por la elección de un buen cambio.