Para el final hemos dejado el apartado técnico de mayor importancia para el León X-perience, pues se trata del aspecto que realmente lo diferencia de las versiones específicamente diseñadas para carretera. Estamos hablando de la tracción total (excepción hecha del 4drive) y de algunas otras variaciones específicas.
Con un eje delantero McPherson igual que en el resto de sus hermanos de gama, la suspensión posterior es multibrazo y separa la actuación de muelles y amortiguadores para permitir un reglaje más fino de la suspensión. Dispone de 27 milímetros más de altura al suelo y un protector de cárter realizado en aluminio, pero el elemento más importante es, como ya decíamos, el sistema de tracción total, que en este caso es un diferencial Haldex de última generación.
Este tipo de diferenciales hacen que el automóvil actúe siempre como un tracción delantera salvo que las circunstancias obliguen (pérdidas de tracción o trayectoria) a trabajar al sistema. Aunque la velocidad de reacción mejora con cada nueva generación y estamos ante la quinta del Haldex, un sistema como este es siempre reactivo, es decir, que reacciona ante situaciones de riesgo (variaciones perceptibles de giro entre uno y otro eje) lo que lo situará siempre, en términos dinámicos y de transmisión de fuerza, por detrás de los sistemas 4x4 permanentes.
Afortunadamente, el hecho anterior no hace que el León X-perience resulte lento de reacciones o poco apto en el apartado dinámico, muy al contrario. Aun con un centro de gravedad elevado con respecto a la versión normal, la eficacia de las suspensiones sigue siendo muy buena en carretera, añadiéndose aquí el plus de seguridad activa que supone la tracción integral cuando las circunstancias de adherencia se complican. En este sentido además ayudan todos los sistemas de seguridad activa que incorpora (o puede incorporar, depende del equipamiento) el León X-Perience, como el control de crucero activo, el Front Assist con función de frenada de emergencia en ciudad, el detector de fatiga, el freno multicolisión, las luces dinámicas (dynamic light assist) o el asistente de cambio de carril.
En el caso de la conducción off-roadnos encontramos con un diferencial central controlado electrónicamente y un vehículo que, pese a su imagen, no está pensado para llevar una conducción off-road al límite. Es cierto que la quinta generación del Haldex trabaja junto al autoblocante electrónico XDS, pero para evitar pérdidas de tracción será obligatorio que al menos tres de las ruedas tengan adherencia pues, en caso contrario, se perderá el par por ambos ejes tal y como puede verse en el vídeo de prueba.
Es decir, que el León X-perience podrá sacarnos de situaciones bastante comprometidas, pero no podremos utilizarlo como todo terreno porque, lógicamente, no lo resistirá. Tal y como decíamos al principio los neumáticos serán el primer punto flaco, pero si nos dedicamos a buscarle las cosquillas encontraremos que un mínimo cruce de puentes nos dejará en evidencia (ver vídeo), mientras que al realizar un uso intensivo serán los frenos los que dirán basta (el XDS se basa en la frenada selectiva), pues las pinzas actuarán en exceso intentando limitar las pérdidas de tracción.
El SEAT León X-perience se muestra por tanto como un vehículo destinado a los usuarios más activos, esos que buscan ir un poco más allá o que realizan actividades que los llevan a circular fuera del asfalto en más de una y de dos ocasiones (surf, bicicleta de montaña, alpinismo, etc...) Con estos parámetros el X-perience aporta buena realización y capacidad. Eso sí, quienes miren este vehículo deberían también pensar en el Skoda Scout y en el Subaru Outback, modelos ambos que entran directamente a competir con el SEAT y que, dependiendo de nuestras necesidades, pueden -o no- ser una mejor opción.