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Prueba SsangYong XLV: ¿Maxi-Tivoli o mini-Rodius?

Por Gregorio Arroyo
 
SsangYong todavía es una marca algo desconocida para el gran público español, a pesar de que lleva 22 años comercializando sus vehículos en Europa. Y mucho han cambiado las cosas desde entonces. Basta con echar un vistazo a modelos como el Rodius, el Rexton, el Korando o el Tivoli para comprobar que su gama ha ido tomando 'cuerpo' y se rodea con más calidad y tecnología. Especialista en SUV y monovolúmenes, hemos probado a fondo su última 'criatura': el SsangYong XLV.
 
 Foto lateral SsangYong XLV
El SsangYong XLV comparte plataforma con el SsangYong Tivoli, pero estira el voladizo trasero
prácticamente 24 centímetros con el fin de aumentar la capacidad del maletero.
 
 
Los más curiosos sacarán un evidente parecido físico con el SsangYong Tivoli. Y no es para menos. Ambos vehículos comparten plataforma, motores, cajas de cambio, cotas de anchura y distancia entre ejes, presentación del interior... La gran diferencia es que el nuevo XLV estira 23,8 centímetros el voladizo trasero con el fin de ampliar la capacidad del maletero de cara a la familia o al ocio. Por cierto, mide 4,44 metros de longitud.
 
Sería acertado decir, por lo tanto, que se trata de un 'maxi-Tivoli', aunque el enfoque de la marca es de 'mini-Rodius' porque su posicionamiento no es SUV, sino monovolumen. Estrategia corporativa que hay que respetar...
 
Una vez posicionado vayamos a fondo con nuestro protagonista. No entraremos en el diseño porque para gustos los colores, pero es evidente que tiene presencia, una altura respecto al suelo de 18 centímetros (como el Tivoli) y unas llantas de 18 pulgadas con neumáticos generosos (215/45 R18). Difícil de explicar es que esas ‘gomas’ lleven la nomenclatura M+S de uso mixto y aptos para el barro y la nieve, teniendo en cuenta que no habrá variantes con tracción total y, repetimos, su enfoque es más familiar que aventurero.
 
El habitáculo es amplio, está bien rematado, pero sin grandes 'alardes' o detalles de cara al lujo. Predominan los contrastes. Los plásticos duros ganan por goleada, pero encontramos remates en cuero que le dan caché. El volante multifunción está calefactado, aunque sólo se regula en altura, mientras que las butacas son amplias y confortables. El cuadro de mandos es claro y completo en la información que brinda y combina esferas analógicas con una pantalla central digital en la que destaca un detalle práctico: en parado podemos observar el ángulo de giro de las ruedas delanteras en un gráfico.
 
 
Salpicadero del Ssangyong XLV
El interior resulta muy agradable y se adorna con un gran equipamiento de serie.
 
 
En el salpicadero destaca la generosa pantalla táctil a color de ocho pulgadas que centraliza buena parte de la información del vehículo, como ajustes, navegación, sonido, telefonía... Los gráficos no son de última generación, pero nos ha encantado la definición y la calidad de la imagen que se proyecta al insertar la marcha atrás.
 
No faltan los detalles prácticos a nivel de numerosos huecos para dejar todo tipo de objetos o las tomas USB o de 12 voltios, aunque nuestro acabado Limited, el más completo de la gama, nos permite disfrutar de elementos como un climatizador bizona con función de memoria, asientos delanteros calefactados o un techo solar.

Si accedemos a las plazas traseras lo primero que nos sorprende es que el piso es prácticamente plano, aspecto que favorece siempre el confort en la plaza central. No es el mejor ni el peor en cota de anchura, pues medimos 129 centímetros de una puerta a otra a nivel de los hombros, y desde la banqueta y hasta el techo ofrece 98 centímetros, suficiente margen para no rozar con la cabeza, salvo que juguemos de pívot en los ratos libres. No hay guiños como una banqueta que se pueda desplazar longitudinalmente, detalle que sí contemplan algunos monovolúmenes al uso y que permite jugar con el espacio para las piernas y el maletero.

 

maletero SsangYong XLV
 El maletero ofrece un volumen de 574 litros, uno de los mejores de su segmento.
 
 
Precisamente el compartimento de carga brilla con luz propia. Es la gran baza de este modelo respecto al Tivoli, por lo tanto toca presumir: 574 litros hasta la bandeja encargada de cubrir el equipaje de las miradas de los más curiosos, y 720 litros hasta el techo. Si abatimos los respaldos traseros, en disposición 40/60, la cifra puede llegar hasta los 1.440 litros, una cifra a tener en cuenta.
 
En esas circunstancias el piso de carga queda prácticamente plano, aspecto que facilita la introducción de objetos voluminosos. Debajo encontramos una bandeja compartimentada para dejar cosas, pero no hay un sitio específico para dejar el estor cubre-equipajes cuando lo desmontamos. Sí que se contempla en un tercer 'subnivel' una rueda de repuesto de uso temporal opcional. El umbral de carga se queda a 78 centímetros del suelo.

Nos ponemos en marcha. Dos son los motores que ofrece el XLV, ambos de 1.6 litros. En gasolina rinde 128 caballos, pero nos decantamos por el turbodiésel de 115 CV porque es la opción que más seguidores tendrá entre los conductores españoles. Se trata de un motor desarrollado por SsangYong y sorprende por su gran rendimiento y atractivos consumos.

Al arrancar en frío se hace sentir, pero luego se muestra muy refinado. Al ralentí medimos 46,1 decibelios, una cifra ajustada, y en autopista nos situamos en los 71,0. Asociado a una caja de cambios manual de seis relaciones, los más prácticos también pueden optar a una transmisión automática con el mismo número de velocidades (tiene un sobrecoste de 2.000 euros).

Nuestra combinación es más accesible de cara al bolsillo. La respuesta del propulsor es notable desde apenas 1.500 rpm y no desfallece hasta las 4.000. Por encima no merece la pena forzar porque hay más 'ruido que nueces'. Hablamos de un vehículo que en la báscula pesa 1.405 kilos y resulta realmente solvente si miramos los números que ha registrado: acelera de 0 a 100 km/h en 11,1 segundos y para pasar de 80 a 120 km/h en cuarta velocidad necesita 8,5 segundos, un tiempo que nos permite adelantar con margen. Lógicamente, esos tiempos se ‘estropean’ si vamos con el cartel de aforo completo y hasta arriba de equipaje.

También las cifras de consumo brillan con luz propia, ya que en carretera podemos rondar los 4,8 litros a una velocidad constante de 90 km/h, y en autopista se conforma con 6,4. En nuestro recorrido habitual la media fue de 5,5 litros, un dato realmente atractivo y que nos permitirá llegar hasta los 855 kilómetros de autonomía gracias a los 47 litros del depósito de combustible.

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Publicado el: 14/11/2016
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