Cuando nos referimos al
Subaru Impreza todavía se nos pone la piel de gallina al recordar a aquel vehículo que hace un par de décadas dominaba con mano de hierro el Mundial de Rallys.
Subaru lo sigue ofreciendo en su gama, pero ya
no tiene nada que ver con tiempos pasados. Desde hace cuatro años el mítico vehículo de competición WRX STI siguió su propio camino, mientras nuestro protagonista derivaba en un equilibrado y atractivo compacto, pero sin la genética deportiva de antaño.
Dicho esto el Impreza es un modelo singular porque
no hay muchos rivales en este segmento que presuman de un equipamiento tan completo, tracción total y un precio tan competitivo, como desvelaremos al final de la prueba. Esta quinta generación se comercializa bajo una gama sencilla, y si no nos cuadra como berlina y somos más de gusto SUV, señalar que el XV es el mismo coche en esencia, pero en formato todocamino que tanto gusta ahora.
Nuestro modelo
mide 4,46 metros de longitud, uno de los más grandes entre los suyos, y eso repercute en su notable habitabilidad, sobre todo en las plazas traseras. Delante destacaríamos las magníficas butacas, confortables y, a la vez, con una gran sujeción lateral. La terminación es más que correcta, con un cuadro de fácil lectura y una pantalla táctil en el
salpicadero que en el acabado Executive que nos ocupa es de 8 pulgadas y se sitúa a una altura correcta. Por encima otra más pequeña, de gran resolución, que nos muestra la información más racing del vehículo.
También es muy agradable el tacto del volante multifunción; lo que menos nos gusta es la ubicación de algunos mandos, algo escondidos, o la gestión de los mandos de la climatización, algo anticuados…
Detrás las puertas presentan un ángulo de apertura muy generoso y al acomodarnos comprobamos que el espacio para las piernas es de los mejores que encontramos en su segmento. Quizás la banqueta quede algo bajo, eso sí, pero si buscamos habitabilidad hablamos de una de las mejores opciones del segmento.
No guarda la misma relación el
maletero.
Al abrir el portón nos encontramos con 385 litros de capacidad, y abatiendo los respaldos traseros el volumen crece hasta los 1.310. Suficientes pero no entre los mejores. Bajo el piso se ubica un kit reparapinchazos y la bandeja cubre-equipajes es de lona, muy frágil, por lo tanto no podremos poner objetos de peso sobre ella.
Nos ponemos en marcha. No hay mucho donde elegir porque la única opción disponible es un bloque de
gasolina de 1.6 litros y cuatro cilindros opuestos (boxer) asociado a una
transmisión automática
Lineartronic con variador continuo.
El propulsor con inyección secuencial multipunto rinde 114 caballos de potencia a 6.200 rpm, mientras que el par máximo ofrece 150 Nm a 3.600 vueltas. No son unos números sobresalientes, de acuerdo, pero son suficientes para mover con cierta soltura un conjunto cuyo peso en vacío es de 1.376 kilos. Y decimos con cierta porque el mayor problema se encuentra precisamente con el cambio, elemento que marca para bien o para no tan bien la personalidad del vehículo.
Y es que su naturaleza de variador continuo es ideal si nos tomamos las cosas con calma, pero si buscamos algo más de 'chicha' ya no es tan atractivo porque provoca ese efecto de resbalamiento no muy agradable, por el cual el sonido se incrementa excesivamente sin que las prestaciones vayan al unísono. Para paliar algo ese hándicap se han introducido seis relaciones, o mejor dicho, leyes de paso para simular una caja secuencial más convencional, pero lo consigue a medias.
Con este tándem trabajando en conjunto su personalidad es un tanto bipolar. Si nos movemos por ciudad o a ritmos pausados nos convencerá de inmediato porque muestra una suavidad y refinamiento notables. Si tu perfil cuadra más con esto que por la deportividad, no temas porque acertarás seguro.
Sin embargo, si eres de los que buscas algo más, este binomio no engancha tanto. Las prestaciones del vehículo son entre correctas y modestas, sin más, porque alcanza los 180 km/h y acelera de 0 -100 km/h en 13,5 segundos (12,4 en sus datos oficiales). Si aceleramos desde parado comprobamos que mucho ruido y pocas nueces porque la sonoridad se dispara, la aguja del cuentarrevoluciones llega hasta la zona roja de inmediato, pero la salida no es tan espectacular como parece porque no acelera en consonancia.
No podemos cambiar de manera secuencial, pero podemos desplazar la palanca lateralmente desde la posición D a la L, una especie de reductora que recorta el desarrollo del variador para que la respuesta sea algo más directa e inmediata. Es la opción más lógica si nos movemos por carretera, sobre todo con tramos sinuosos, porque nos permitirá tener una respuesta más contundente y adelantar con más brío. Si necesitamos pasar de 70 a 110 km/h necesitaremos 9,3 segundos, un tiempo que no bate récords precisamente.
Si que nos convence, y mucho, sus maneras dinámicas. El Impreza nace desde la nueva plataforma modular de la marca y como buen Subaru monta la eficaz tracción total simétrica, elemento indiscutible en el fabricante japonés. Es muy complicado que el motor ponga contra las cuerdas a su excelente chasis. La dirección es tan directa como comunicativa (2,6 vueltas de volante entre topes), los cambios de apoyo los realiza con rapidez y naturalidad, sin apenas balanceos de la carrocería, no subvira en los giros cerrados, y todo ello sin que se haya recurrido a unos tarados de suspensión exigentes. Al contrario, porque el confort de marcha es muy elevado en este sentido.
De serie nuestra unidad monta unos neumáticos 205/50 R17 Bridgestone, con un buen agarre lateral, y los frenos presentan un buen tacto al pedal, muy progresivo, con unas distancias de frenado también correctas, como los 38,6 metros que ha necesitado para detenerse por completo desde 100 km/h.
En el apartado dinámico nos falta por analizar el consumo. La marca señala que se conforma con 6,4 litros de media cada 100 kilómetros. En nuestra prueba comprobamos que es complicado bajar de los 8,0 litros en ciudad, y en autopista a 120 km/h de velocidad mantenida registra 7,5 litros. La media real ha sido de 7,3 litros, un dato no demasiado brillante frente a rivales directos.
Y llegamos al final, donde brilla otra vez con luz propia en la relación precio-equipamiento que contempla. Su elemento más destacado es el denominado Eyesight, tecnología que aglutina una función de aviso de colisión, una frenada de emergencia automatizada en ciudad, un control de velocidad adaptativo, una alerta de cambio involuntario de carril con mantenimiento de la trayectoria, funciones de control del acelerador y de aviso de derrapado y un control de distancia con el vehículo que nos precede. Todos estos asistentes están controlados mediante cámaras y sensores frontales.
El acabado Executive de nuestra unidad añade elementos como un sistema de entretenimiento Apple CarPlay/Android Auto (no incorpora
navegador), cámara trasera, freno de estacionamiento eléctrico,
ordenador de viaje, faros led adaptativos, cristales privacidad traseros,
climatizador bizona, acceso y
arranque sin llave, asistente de arranque en rampa…
Todo por 24.900 euros, que con el descuento actual de promoción se queda en 23.200 euros, un coste muy atractivo si tenemos en cuenta que suma la tracción total. Lástima que no haya un cambio manual en su oferta...