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Prueba Suzuki Swift 1.3

Para conocer en profundidad

Hablan en el anuncio del Suzuki Swift de la posibilidad de que te guste su interior. A nosotros, por dentro, no nos apasiona, pero si hablamos de su técnica la cosa cambia.

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Para competir con la variedad de productos tanto europeos como de otras procedencias en el segmento de los más pequeños hay que tener las cosas claras. Son precisamente los compradores que tienen los presupuestos más recortados quienes más se lo piensan y, por tanto, mejor no dar gato por liebre. Por eso nos ha gustado el Suzuki Swift, porque puede que no rompa corazones a primera vista pero, una vez lo conoces, sus virtudes le convierten en un amor en potencia.

El interior, aunque está perfectamente rematado, carece de un gran diseño. Sus líneas, demasiado sencillas y sin complicaciones, no son un dechado de belleza. Esto no es malo en sí mismo pero, quienes busquen diseño, echarán de menos un poco más de imaginación.

La anchura del habitáculo tampoco se encuentra entre sus cualidades. Dos adultos anchos pueden incluso estorbarse mientras que, si se trata de dos mujeres de talla media, entonces no tendrán mayor problema. Y no nos confundamos, es al sector femenino al que va dirigido este coqueto (por fuera) automóvil.

En el puesto de conducción la ausencia de regulación en profundidad del volante no es un gran problema, contando por otra parte con un cinturón de seguridad regulable en altura así como con otros elementos de confort, como los mandos de la radio en el volante.

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A la izquierda del conductor existe un curioso mando que controla la luminosidad de los mandos. Gracias a él podemos mantener su intensidad lumínica aunque llevemos las luces puestas, lo que es de agradecer si som

os de los que opinamos que las luces son, además de para ver, para ser vistos. Así, aun cuando llevemos las luces puestas en pleno día, todos los indicadores luminosos son perfectamente visibles.

Lo que difícilmente convencerá a nadie será el manejo del ordenador de a bordo. Su información, que va poco más allá del consumo medio, la hora y la temperatura, sólo puede variarse mediante un pequeño botón situado en la propia ventana de información y, dado que ésta se encuentra en medio del salpicadero, resulta muy desaconsejable dedicarse a estas tareas mientras se está conduciendo. Los mandos de la radio, que suelen manejarse mucho más a menudo, se encuentran en el propio volante.

En la parte trasera, las rodillas de los ocupantes no dan con los asientos delanteros porque tienen una posición muy sentada, pero el espacio disponible no es demasiado amplio ni longitudinal ni transversalmente. El maletero, donde se ubica una rueda de repuesto de tipo galleta, sólo es apto para llevar lo indispensable. Si deseamos salir de viaje será mejor que seamos solo dos y aprovechemos la posibilidad de abatir los asientos traseros.

La sensación de estar muy cerca del cristal delantero es totalmente real, pero con ello se mejora el espacio. No obstante, tiene su inconveniente en el control de curvas a izquierdas, pues el pilar A resta visión al conductor. Al insertar primera y ponernos en marcha comenzamos a olvidar muchos de los inconvenientes que hemos comentado. Las inserciones de las marchas se realizan con suavidad y el manejo del cambio es de esos que gustan a los buenos conductores y no cansan a quienes sólo desean transportarse. El volante, de excelente tacto, nos informa perfectamente de lo que ocurre en la carretera.

El trabajo de las suspensiones es muy satisfactorio tanto si nos referimos a confort como a comportamiento. Este último es muy predecible, con reacciones fáciles del vehículo ante todo tipo de solicitaciones por parte del conductor. La trasera no es, por ejemplo, tan ágil como en un Mazda2, pero precisamente por ello su facilidad de conducción es mayor aunque resulte, eso sí, menos divertido para los más volantistas.

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Su tetracilíndrico de gasolina no se muestra perezoso a ningún régimen de giro, contando además con unos desarrollos de cambio bien estudiados para carreteras secundarias aunque algo largos para autopistas y autovías. La ventaja de esta situación está en que difícilmente peligrarán nuestros puntos de carnet en carreteras amplias y obtendremos además consumos contenidos. Si queremos más respuesta deberemos encontrarla a base de reducir marchas y subir el régimen de la mecánica.

El Swift es, en definitiva, un automóvil apto para todos los públicos y recomendable para los solteros o solteras que quieran enamorarse poco a poco de su vehículo diario. Como segundo coche del hogar tiene su mayor inconveniente en el maletero si tenemos niños y queremos llevar carrito o una gran cantidad de compra pero, si no es éste el caso, el dueño oficial del coche deberá guardar muy bien las llaves si no quiere estar todo el día preguntando quién demonios se lo ha llevado.

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Publicado el: 20/04/2008
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