El gran desconocimiento que muchos usuarios siguen teniendo con respecto a la realidad de las mecánicas hace que todavía hoy se miren las cifras de potencia como si fueran la explicación a todo lo que puede ofrecer un coche, y nada más lejos de la realidad. El gran éxito de los diésel entre los conductores no ha venido en realidad de sus cifras de potencia, sino de su par motor. Cuando los usuarios circulan con sus automóviles diésel y se limitan a acelerar sin cambiar de marcha para aumentar la velocidad no están sacando partido de los CV del coche, sino del par motor disponible desde bajas revoluciones.
Por este motivo podemos afirmar que, a pesar de los 197 CV que anuncia el Toyota RAV4 híbrido, la sensación al volante que aporta en su conducción no nos hace pensar en tal potencial, sino más bien en un automóvil con al menos 40 CV menos que, moviéndose con suficiente soltura, no puede calificarse de dinámico. Es más, quienes busquen un vehículo con el que enfrentarse con la máxima solvencia a adelantamientos o a grandes subidas encontrarán en la versión diésel a un mejor aliado.
Pero el Toyota RAV4 híbrido puede al menos presumir de ofrecer sufiente empuje para la inmensa mayoría de usuarios, combinándolo además con un consumo muy satisfactorio en ciudad y con un nivel de emisiones muy bajo. En esto también debemos matizar, pues si bien existen coches diésel con menores emisiones de CO2 lo importante en la ciudad son los NOx, y éstos son claramente inferiores en los híbridos.