La victoria de Fernando Alonso en el GP de Singapur, dominando de principio a fin la carrera, establece unas nuevas ilusiones tanto a él como a Ferrari, ya que con el abandono de Hamilton por accidente y el tercer lugar de Webber -que sigue siendo líder del mundial- Alonso se acerca y mucho a su objetivo: ser campeón del mundo 2010 con Ferrari.
En la misma salida, Vettel lo ha intentado, pero un Alonso muy concentrado ha impedido que el Red Bull le robara su preciada posición (indispensable en este, y en otros circuitos, para asegurarse la victoria). Desde esta primera vuelta, el dominio de Alonso seguido por Vettel ha sido, casi, todo lo que ha pasado a lo largo de las primeras cuarenta vueltas, de las sesenta y una de que constaba esta carrera.
Por detrás, el orden durante un montón de vueltas se ha mantenido como era de esperar: Hamilton, Button, Webber y un largo etcétera mucho más retrasado. Sólo comentar la remontada de Massa, con el segundo Ferrari, que tras partir el útimo, se había metido ya entre los catorce primeros.
La primera salida del safety car, ha comprimido el pelotón y, mientras que los más retrasados entraban en boxes para realizar su cambio de neumáticos, los de cabeza no se inmutaban y seguían al Safety Car vuelta tras vuelta. Sólo Webber entró boxes, lo que lo relegó provisionalmente al octavo puesto, lugar que remontaría sin grandes esfuerzos.
Alonso delante, Vettel detrás arañándole décimas, Hamilton y Button seguido de Rosberg y, luego, de Webber, empezaron a doblar -sí, doblar- a los monoplazas más lentos (los de siempre: Hispania, Lotus, Virgin y un Sauber que daba pena: el pilotado por del sustituto de De la Rosa...) Unos lograron adelantarles con más suerte que otros, lo que le ha dado un punto de interés a esta primera parte del gran premio. Desde ese mismo momento, la carrera, se convirtió en soporífera, monótona y, claro, poco atractiva. Pero hacia la vuelta cuarenta y pico (faltaban aun veinte más) y mientras que casi todos los pilotos, buenos y menos buenos, ninguneaban a Schumacher, al cual se lo cepillaban por todas partes y que, además, iba de bordillo en bordillo, un nuevo accidente - en esta ocasión otra maniobra imposible con el sello típico de Hamilton- hizo que este se golpeara, dañara su eje trasero y debiera abandonar, no sin antes tirar el volante de su monoplaza (que vale entre 6 y 7 mil euros... en un gesto de rabia) lo que obligó a otra salida del Safety Car, dejando en nada la ventaja que le llevaba Alonso a Vettel. Button ganó una posición (la de Hamilton) y Webber, que se había detenido a cambiar sus neumáticos antes, de pronto se colocó tercero, ya que Button tuvo que realizar su parada obligatoria en boxes.
En esa segunda parte, de la misma carrera, (siempre dominando Alonso, aunque seguido de cerca por Vettel), hemos podido presenciar muchos contravolantes (debido al consumo exagerado de los neumáticos traseros en este trazado urbano); lo lentos que eran los controles en sus actuaciones y como un piloto se bajaba de su monoplaza (un Lotus) envuelto en llamas y, tras pedir un extintor, el mismo apagaba el incendio...
Nada ha cambiado hasta la bandera a cuadros. Fernando Alonso y su Ferrari han conseguido una nueva virctoria y Vettel, que lo intentó, se ha hecho al final con la segunda posición, mientras que Webber se reservaba la tercera plaza, lo que le mantiene aun en el liderato del Mundial, pero con Alonso pisándole los talones.
Un Gran Premio que, para Ferrari, ha significado recobrar la credibilidad; para Alonso un inyección de ilusión y para los Red Bull un toque de atención. Para McLaren sólo Button ha sabido mantener el tipo; Hamilton, como hace con frecuencia, una vez más su innecesari fogosidad le ha hecho perder casi el tren hacia el título.