A las puertas de la ciudad
Las puertas correderas automáticas del 1007 son su gran particularidad, pero no la única. En un espacio exterior bastante reducido, este pequeño monovolumen aporta muchas virtudes a las que el mercado, de momento, ha sido poco sensible.
En la presentación del 1007, allá por el 2004, los responsables de la marca nos comentaron que la idea y soluciones técnicas del 1007 habían surgido partiendo de una hoja en blanco, es decir, con total libertad para sus creadores. El resultado de tal iniciativa fue la creación de una especie de híbrido entre monovolumen y coche pequeño, en el que a falta de contar con cinco puertas, se ubicaron dos laterales correderas automáticas. En conjunto, el 1007 permite con tales soluciones aportar una entrada limpia a un habitáculo bastante amplio para cuatro pasajeros (como máximo, pues no hay una quinta plaza) mientras que el maletero queda bastante reducido.
El sistema de apertura de puertas se presentaba así como el aspecto más novedoso del 1007, y se ha mantenido como tal hasta la fecha, pues no existe ningún rival directo que ofrezca siquiera algo similar. Podríamos decir, sin riesgo a equivocarnos, que se trata por tanto del principal elemento diferenciador del modelo. De hecho, ya el prototipo que se presentó en 2002 era toda una declaración de intenciones, pues su nombre era Sésamo en una clara referencia a la famosa frase del cuento Ali Babá: "ábrete, sésamo". Frente a un 1007 no hace falta en la actualidad citar al jefe de los cuarenta ladrones, en su lugar bastará con apretar el botón del mando a distancia o pulsar la manivela de apertura de la puerta para que ésta se abra "como por arte de magia".
Este elemento se muestra perfecto cuando se trata de aparcar en bateria donde, de manera habitual, los coches tienen poco hueco para abrir sus puertas. El espacio que queda para acceder a las plazas traseras es bastante amplio y, gracias a su configuración de cuatro plazas, todos los ocupantes viajan con bastante holgura independientemente de su talla. Dado que el maletero no es amplio, la posibilidad de abatir los asientos traseros de manera independiente se agradece bastante, incluso en el caso de requerir un amplio compartimento de carga, el 1007 puede llegar a sorprender favorablemente si sólo necesita llevar al conductor, pues entonces la altura del habitáculo y la modularidad del interior aportan un espacio realmente generoso.
No obstante, el hecho de que la puerta sea totalmente automática nos ha dejado con alguna duda respecto a su seguridad. Aunque hemos puesto una botella de plástico vacía en la puerta, y comprobado cómo se interrumpe el cierre antes de llegar a aplastarla, no nos atreveríamos (de hecho no nos atrevimos) a realizar el mismo experimento con nuestras manos, y menos aún si dichas manos son las de un niño pequeño que pueda sentarse detrás.
Cierto que las posibilidades de pillarse son mínimas y que, prácticamente, habría que empeñarse pero... ahí está la duda.
Sea como fuere, el interior del 1007 es una caja de sorpresas atractivas. No sólo el espacio es mucho mayor del habitual para un automóvil de su longitud, también ofrece la posibilidad de jugar con algunos elementos para variar su apariencia a gusto del consumidor. Mediante un sistema de cremalleras, la parte central de los asientos puede quitarse y ponerse con bastante facilidad, cuatro recubrimientos laterales tela -dos delante y dos detrás- están sujetados mediante unos clips de sencillo accionamiento, los aireadores delanteros -exactamente los mismos que utiliza el C3- cuentan con un embellecedor en forma de aro que se quita girando un poco y tirando hacia fuera, y por último, en la parte superior del salpicadero los huecos portaobjetos están cubiertos con unas telas sujetas por velcro.
El conjunto de dichos elementos forma un kit, que puede adquirirse opcionalmente en los concesionarios. ASí, después de haber disfrutado del tipo de terminación elegido en el momento de la compra, el cambio de todos o algunos de los elementos permite variar el aspecto interior del modelo sin necesidad de comprar otro vehículo.
Pero todos los elementos comentados no parecen haber hecho mella, al menos de momento, en los compradores, que no terminan de dar al 1007 ese último empujón que merecen sus muchas cualidades. Al analizar los precios encontramos uno de los posibles motivos, pues un automóvil de este tamaño que puede llegar superar los tres millones de las antiguas pesetas seguro que echa para atrás a más de uno. Seguro que la política de descuentos intenta mejorar esta situación que, en nuestra opinión, es algo inmerecida, porque el 1007 es una idea que merece mayor aceptación.
Encuentra todas las pruebas que hemos publicado seleccionando marca y modelo.