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Ficción: Briatore viendo el G.P. de Singapur por la tele

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De hecho, si tomamos como referencia el último gran premio de F1 disputado en Singapur, queda claro que nadie, ni en Renault ni en el paddocken general, ha echado de menos a Flavio Briatore. Quizá solo las cámaras que, una y otra vez, nos enfocaban primeros planos de su poco esbelto cuerpo, o del “angelito” hablando con uno o con otro personaje, le hayan echado de menos por eso de rellenar segundos de imagen. Pero, en líneas generales, repito que nadie, absolutamente nadie ha encontrado a faltar a Briatore.

De si la sanción impuesta a este personaje es exagerada o no, no voy a entrar. Solo me permitiré dos apuntes, dos reflexiones personales sobre el tema: un Briatore en la F1 es más controlable que un Briatore libre pululando por el mundo. Y prefiero antes a un sinvergüenza como Briatore, que a un niñato, un "teleñeco" chivato como Piquet y no por chivato, sino porque aceptó un peligroso encargo, lo cumplió y, luego, aparece ante todos, con cara de corderito, contándonos su crímen detalladamente.

Fernando Alonso -lo que le honra- le dedicó, en la rueda de prensa después de la carrera, su tercer puesto a Briatore: todo un detallito… Por lo demás, insisto, nadie parece que le encuentre a faltar, lo que me convence que, aún que nos empeñemos en lo contrario: “eres quién eres, mientras lo eres…” Luego, inevitablemente, llega el olvido.

Al pájaro este (que a pesar de mis calificativos, me sigue cayendo bien) me lo imagino el pasado domingo sentado en uno de los muchos sofás que tendrá en su yate, vestido con una camiseta desbordada por sus muchos michelines, en pantalón corto y con unos carísimos zapatos del tipo slippers(de esos que no son más que unas simples pantuflas pero con glamour que igual te las pones en casa como para asistir a una cena de gala) viendo por televisión, como yo, el gran premio de Singapurde F1.

Viendo como de un plumazo han desaparecido de las carrocerías de los dos Renaultlos adhesivos de los que aportaban “pasta”, mucho dinero, a su ex – equipo (principalmente ING pero también los de Mutua Madrileña). Viendo como Fernando Alonso seguía haciendo lo que podía con un coche mediocre, el que él, y no otro, gestionó como Director General: batallando a muerte ahora con este, después con aquél sin poder “pillar” ni a Vettel, ni a Rosberg, ni a un tal Glock. Viendo, también, como el tercer lugar de Fernando Alonso se debía más a las penalizaciones de sus contrarios, que al verdadero potencial de un coche, el Renault, que sigue siendo lo que ha sido desde el año pasado: uno más entre muchos. Y no es culpa de Briatoreque sea lo que es, pero el General Manager es responsable de todo lo bueno y lo malo en su empresa.

Y me lo imagino, solo, triste  e inevitablemente también dolido en su orgullo, a la vez que impotente, tramando cual va a ser, o como será, su vuelta a la F1; un mundo en el que angelitos como Briatorehay muchos, aunque de momento como han sido más comedidos que él en sus andanzas, por ello aún no les conocemos.

Y digo solo, porque no me imagino a su esposa acurrucada junto a él. No, no me la imagino por eso de que igual se despeinaba o se rompía una uña acariciándole o se le aplastaba una teta. Lo que si me imagino de su señora esposa es que, en algún momento entre el jueves y el pasado domingo, le hiciera esta pregunta: “¿Ma amore, sei ancora ricci o no…? (¿Pero amor, eres aún rico, o ya no…?) Palabras reconfortantes donde las haya, para una mujer (un pedazo de mujer: un pivón) que, haciendo de tripas corazón, se casó con él por amor…

Pero pese a todo me cae bien. No lo parece, pero a mí, Briatore, me cae muy bien. Y lo digo porque ya ha anunciado que cuando regrese a laF1 –que lo hará, tarde o temprano- organizará una fiesta por todo lo alto a la que invitará solo a sus amigos, a los que siempre –incluso en estos delicados momentos- siguen estando con él.

Así que: ¡Al loro! Agag. Llámale, y tu suegro (Aznar) que también lo haga. Mas que nada para que os ponga en la lista de invitados…, o para que os vuelva a invitar, el próximo verano, unos días en su barco (quizá incluso donde, con suerte, coincidiréis con Berlusconi...) y os muestre su última colección de tangas de baño. O, que coño: solo para verle las tetas a la Gregoracci

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