Mucho más que suficiente
El TTS no es la versión más potente del Audi TT, pues a pesar de sus 272 CV de potencia se queda todavía lejos de los 340 CV que ofrece el salvaje RS. Aun así, se trata del tetracilíndrico de mayor potencia de la gama, y es sin duda todo un deportivo. De hecho, pocos serán los conductores que requieran más de lo que esta versión es capaz de proporcionar.
En su exterior pueden verse elementos que lo separan estéticamente de otros TT, como son los espejos retrovisores en plata, los faldones que recorren toda la carrocería o unas llantas de aleación que dejan ver las enormes pinzas de freno de esta versión. Todo ello hace que el TTS disponga de una imagen todavía un poco más agresiva que el resto de la gama pero, de nuevo, sin llegar al punto del TTRS que, con su alerón posterior y mayores elementos diferenciadores, puede llegar a resultar excesivamente agresivo.
En el interior encontramos el típico Acabado de Audi, con buenos materiales, excelente tacto de todos los mandos y diferentes posibilidades de personalización como, por ejemplo, el Acabado en beige de asientos, consola central y recubrimiento de puertas. En el vehículo de pruebas se combinaban terminaciones en color claro para salpicadero central y puertas con asientos de piel en gris.
El puesto de conducción no queda limitado por el hecho de tratarse de un deportivo, contando con unos asientos de buen apoyo que aún pueden mejorarse recurriendo a la lista de opciones. Reglajes en profundidad y altura del volante, presencia de levas en este último y automatismos para variar el asiento en altura, longitud e incluso apoyo lumbar hacen que todo conductor pueda encontrar con facilidad su posición ideal de conducción.
Como bien se indica en el interior, hay que tener cuidado al cerrar el portón trasero debido a la reducida altura al techo en las plazas posteriores. Mientras, logotipos con la S de Sport repartidos por todo el vehículo nos recuerdan que estamos ante una versión especial. Ahora sólo queda arrancar la mecánica y comprobar la efectividad en carretera de todo el conjunto. Con el control de estabilidad desconectado para conocer las capacidades reales del Modelo, la capacidad prestacional del Audi TTS obliga a tener muy claros los conceptos de la conducción deportiva.
Dicha efectividad puede llevar a error al conductor, pues en muchas circunstancias el velocímetro está en cifras muy superiores a las imaginadas al volante, debiendo ser muy conscientes de los límites reales tanto del vehículo como propios. En zonas más lentas es donde el TTS muestra unas maneras más agresivas, el cambio de doble embrague facilita las transiciones de marcha y la eficiencia de las suspensiones, junto con la ayuda del diferencial Haldex, que envía potencia a las ruedas posteriores cuando las delanteras pierden eficacia, permiten afrontar tramos cerrados a ritmos impresionantes.
La concentración ha de ser máxima si lo que buscamos es extraer el verdadero potencial del Modelo. Son 272 CV que acuden en manada a cada solicitación del acelerador. El dos litros turbo aumenta de vueltas con celeridad, mientras que la alta velocidad alcanzada entre curvas solicita un gran trabajo a los frenos que, afortunadamente, soportan bien el trato duro.
Luchando por mantener el control de la situación a velocidades increíblemente elevadas, la presencia del ya tradicional volante achatado del grupo VW no es más que un inconveniente. No así el trabajo del cambio, que permite variaciones de marcha rapidísimas y encontrar con facilidad la zona de trabajo más adecuada para la mecánica. Las suspensiones pueden resultar algo secas en zonas bacheadas pero, en general, resultan incluso confortables considerando la estabilidad que proporcionan.
Entre los puntos menos destacables se encuentran la limitada visibilidad en tres cuartos trasero pero, sobre todo, el nivel de consumo cuando se da rienda suelta al potencial mecánico. Y es que, si bien el Audi TTS tiene la capacidad de mostrar un consumo relativamente comedido en conducción tranquila, el uso real de sus capacidades obliga a pagar un alto peaje en forma de combustible.
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