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Política y coche eléctrico

Apoyo imprescindible

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La apuesta por los vehículos eléctricos no es nueva. A mediados de los años 90 el Gobierno de California se adelantó a su tiempo con la Zero Emision Vehicle Mandatory. Con ella los automóviles completamente eléctricos estaban dotados de una subvención de 13.000 dólares que percibía el fabricante. Esta regulación fue posteriormente sustituida por la Zero Emision Vehicle Regulatory, que permitía aprovechar ayudas a vehículos híbridos o propulsados por energías alternativas. Aquella primera apuesta fue un caso aislado que, sin embargo, tuvo bastante éxito entre los usuarios finales.

Actualmetne, con una volatilidad del precio del petróleo que llevó a un precio por barril de más de 133 dólares en el 2008 y unas expectativas que hablan de la posibilidad de que éste se sitúe en 150 dólares por barril en el 2012, la búsqueda de nuevas alternativas de combustible en los vehículos se ha convertido, más que nunca, en una auténtica necesidad.

Pero los esfuerzos realizados por los fabricantes tendrían poca repercusión sin apoyos gubernamentales, pues la rentabilidad en el desarrollo y construcción de los vehículos eléctricos difícilmente puede alcanzarse en los primeros estadios de su comercialización. Para poder construir vehículos eléctricos a precios atractivos resulta imprescindible apoyarse en economías de escala, y para conseguir economías de escala hay que poner muchos automóviles en el mercado. La rotura de este círculo vicioso puede realizarse a través de una mayor implicación de los gobiernos.

Un profundo estudio de la situación ha hecho además reflexionar a diferentes sectores de la política y la economía. El coche eléctrico no es sólo una posible evolución dentro de las posibilidades de transporte personal, se trata además de una oportunidad en muchos otros sentidos. El mayor y mejor aprovechamiento energético de las energías renovables, la posibilidad de situarse como punta de lanza de un mercado claramente emergente, o la reducción de emisiones en los puntos de mayor concentración de las mismas son algunos de los beneficios que se obtendrían con la proliferación de coches eléctricos.

No es de extrañar por ello que se estén desarrollando iniciativas en diferentes países que buscan la promoción del coche eléctrico entre sus habitantes. Como ejemplos podemos citar el proyecto Better Place, un acuerdo entre Nissan-Renault y diferentes países o estados (California, Hawaii, Australia o Israel) para obtener una red de puntos de recarga y recambio de baterías de coches eléctricos. Toyota está en contacto con la ciudad de Londres para establecer redes de suministro para su Prius enchufable, y Daimler ha llegado a un acuerdo con la administración local para dotar a la ciudad de Berlín con la infraestructura requerida para la recarga de vehículos eléctricos.

En el caso español la apuesta es incluso más contundente, habiéndose expresado públicamente la intención de contar con una flota de un millón de vehículos eléctricos para un futuro cercano. Esta pretensión, utópica por cuanto a la cercanía de la fecha (2014), deja sin embargo claro el apoyo de la administración a los coches eléctricos. En cuanto a proyectos específicos, el MOVELE es sin duda la punta de lanza en cuanto a vehículos eléctricos. Denominado así por MOVilidad ELEctrica, está dirigido a demostrar la viabilidad técnica y energética de la movilidad eléctrica en las ciudades y su entorno. Está gestionado y coordinado desde el IDAE e implica unas ayudas directas al precio del vehículo que oscilan entre los 750 y los 7000 euros. Dichas ayudas se determinan dependiendo de una curva de eficiencia energética determinada.

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