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Dacia Duster (análisis de interiores)

Un coche tan atractivo como lo es el Dacia Duster en su exterior puede que suponga una pequeña decepción cuando se accede a él. Básico en su esencia, el Duster es en cierto modo fiel a aquel anuncio de la marca en el que se decía que los Dacia tienen lo que el resto de los coches pero a menos precio. Decimos que "en cierto sentido" porque la realidad de los compradores actuales es menos pragmática en muchos casos, y si ellos no lo fueran nosotros, como probadores, debemos ser al menos un poco cautos al respecto. El Dacia Duster ofrece todo lo necesario e imprescindible, pero prescinde de muchos elementos que son hoy día habituales en prácticamente cualquier otro vehículo del segmento. Buscar tecnologías como ayuda al aparcamiento o luces adaptativas o sensor de lluvia o botón de arranque o cualquier otro similar es una tarea improductiva en el Duster, como lo es en cualquier otro Dacia, los modelos de la marca son coches con cuatro ruedas, un motor y la mínima cantidad de tecnología imprescindible.

 
Ya en el puesto de conducción la primera impresión poco atractiva del Duster proviene del volante, realizado en plástico y con un tacto muy poco prometedor, incluso sus acabados nos recuerdan que estamos ante un modelo bastante básico en el que, por supuesto, tampoco existen mandos para controlar la radio o cualquier otro sistema. Lógico, pues aparte de una radio básica no existe ningún otro equipamiento de infotainment en este modelo. Más importante en cuanto a seguridad y confort es la ausencia de regulación longitudinal del volante, que sin embargo sí que puede regularse en altura. Con esta carencia encontrar una posición de conducción adecuada puede no resultarle tan fácil a todos los conductores. Curiosamente sí que se dispone de regulación en altura del cinturón del conductor.
 
 

 
Las botoneras que encontramos en la zona central del salpicadero serán conocidas para los habituales de Renault, pues recuerdan a los antiguos modelos de la marca. Allí encontraremos los mandos para las ventanillas eléctricas delanteras, de la luneta térmica, del cierre centralizado y del warning, dejando tres mandos giratorios en la zona inferior para controlar un básico sistema de aire acondicionado de una sola zona. En cuanto a los elevalunas hay que matizar que el mando de los traseros está ubicado entre los asientos delanteros, en una posición muy poco intuitiva, y que no existe posibilidad de subir o bajar ninguna ventanilla con un solo toque. Los plásticos en imitación madera del interior no parecen querer engañar a nadie, pues parecen plástico, aunque a fuerza de ser sinceros bien es verdad que aportan una imagen más atractiva al conjunto.
 
En las plazas traseras el espacio existente para los pasajeros es más que suficiente para dos adultos, mientras que el ocupante del medio cuenta también con un cinturón de tres puntos, lo que se agradece por su aportación a la seguridad pasiva. Mientras, la comentada ubicación de los botones para controlar los elevalunas eléctricos posteriores se hace aún más extraña al comprobar que las puertas parecen estar realizadas para alojar -en una posición mucho más lógica- dichos mandos. Con un maletero de dimensiones relativamente normales para su tamaño, se agradece la presencia de una rueda de repuesto de tamaño normal y la posibilidad de abatir los asientos poseriores, e incluso el del acompañante delantero, para conseguir una capacidad de carga tremendamente ampliada.
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Publicado el: 07/10/2011
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