Cuando nos disponemos a buscar un coche nuevo, la lógica nos invita a hacer una visita al concesionario de aquella marca en la que estemos interesados. Sin embargo, cuando estamos buscando un vehículo cuya producción cesó hace tiempo, los canales de búsqueda son diferentes: compra-ventas, coleccionistas, particulares que desean vender, e incluso, algunos indeseados recurren a la más deleznable de las maneras de hacerse con un coche, robándolo.
El
Land Rover Defender, el todoterreno de culto de origen británico,
cesaba su producción hace poco más de un año, en enero de 2017, y el parque de unidades del modelo
ya está sufriendo sus efectos; sus peores efectos.
Los amigos de lo ajeno parece que no han pasado por alto esta situación, a tenor de las estadísticas de robo del modelo, que no han parado de ascender dramáticamente desde el fin de su producción.
Según se hace eco el medio británico Autocar, los robos de Defender en su país de origen crecen desmesuradamente, hasta el punto de que en regiones como el Norte de Yorkshire el índice de robos de Defender ha crecido en los últimos tiempos hasta un 69%. Para ser exactos, y solo en esta región, 120 unidades del Defender fueron sustraídas ilícitamente.
Lo peor de todo es que según Tracker, una firma británica especializada en localización de vehículos,
una gran parte de estos automóviles no son recuperados. Es más,
salen del país ya sean desguazados por piezas, o incluso en determinados casos, abandonan su hogar completamente montados, tal y como salieron de la
línea de montaje.
Un tema claramente preocupante para todos y cada uno de los propietarios de este mito de los 4x4, aunque sin duda mucho menos extendido en nuestro país a tenor del menor número de unidades de este modelo que circulan por nuestras carreteras. Unas carreteras en las que será mucho más sencillo encontrarse con un Santana que con un Defender. Esperemos que nuestros queridos Santana corran mejor suerte en este sentido.