Tradicionalmente el conductor español ha dado la espalda a las carrocerías familiares, y aunque la tendencia ha cambiado en los últimos años, todavía estamos a años luz con respecto a otros mercados europeos, mucho más prácticos en este sentido. Por eso aquí la duda más común se plantearía, en este caso que nos ocupa, entre un Golf cinco puertas o su variante SUV, denominada T-ROC. Y es justo en medio de ambos donde brilla con luz propia nuestro protagonista: el Volkswagen Golf Alltrack.
La polivalencia de uso es su mejor cualidad. Digamos que con este vehículo disfrutamos de una dinámica de berlina, con un centro de gravedad más bajo que un todocamino; tenemos un
maletero amplio en el que entra todo sin problemas por su formato familiar; y hasta nos permite salir del
asfalto con ciertas garantías, sin ser ésta su cualidad más destacada.
Su personalidad off road viene marcada por una serie de ‘ajustes’ con respecto al Golf Variant del que parte. El primero salta a la vista, al ganar músculo con una serie de protecciones alrededor de la carrocería y en los bajos para evitar contratiempos en las pistas de tierra. En este sentido la altura respecto al suelo también se incrementa con 20 milímetros más de margen, hasta situarse en 175 milímetros.
El segundo capítulo hace referencia a la electrónica, al incorporar
un modo de conducción extra, denominado Off Road, que mejora la motricidad en situaciones complicadas. También contempla un preciso control de descensos y, por supuesto, la
tracción total 4Motion, única
versión de la gama, junto al poderoso Variant R de 310
CV, que la incorpora.
Una vez que ‘situamos’ a nuestro protagonista nos ponemos en marcha. Y lo hacemos a lo grande, con el motor más potente de la gama (actualmente es el único que se ofrece) y que comparte con el Variant GTD, o lo que es lo mismo, el 'GTI diésel'.
Se trata del bloque 2.0 TDI de 184 CV que se asocia sí o sí a la transmisión automática DSG de doble embrague con siete relaciones. Si nos ponemos estupendos diremos que este
propulsor no es una referencia en cuanto a sonoridad o refinamiento en marcha, pero sí que salen los números cuando analizamos su rendimiento y consumos.
El selector de programas de conducción, de serie, ofrece la posibilidad de elegir entre los modos Eco, Confort, Normal, Sport, Individual y el ya mencionado Off Road. Según sea uno u otro variará el mapa de actuación del motor, del cambio, de la dirección, de la suspensión adaptativa... En el modo ECO disponemos de una función de planeo que desacopla el motor del cambio en momentos puntuales, lo que unido al asistente Start/Stop nos ha permitido firmar una media durante la prueba de 6,4 litros (homologa 5,2 litros cada 100 kilómetros).
En el otro extremo, el modo Sport provoca que todo sea más rápido para protagonizar una coducción más alegre y ágil. En estas condiciones nos permite
acelerar de 0 a 100 km/h en 7,8 segundos y acariciar los 220 km/h de velocidad punta. El cambio DSG de siete relaciones es rápido en el salto entre marchas, si bien no goza del refinamiento de un
convertidor de par.
Dinámicamente no difiere apenas de lo que percibimos en un Golf Variant, aunque su mayor altura (1,52 metros) y peso (1.576 kilos) le resta alguna décima en cuanto a agilidad se refiere. Pero siempre iremos más ‘asentados’ que en un SUV...
La tracción total es un gran aliado en este sentido. En condiciones normales de uso el par se dirige casi exclusivamente a las ruedas delanteras, pero si detecta alguna pérdida de adherencia, el embrague tipo Haldex dota de motricidad al eje trasero en milésimas de segundo.
La dirección es precisa, apenas se producen balanceos de la carrocería y sólo rodando muy al límite se puede apreciar algún pequeño ‘desbarajuste’ del tren posterior. Nos hubiera gustado contar con la suspensión mecánica de serie, porque nuestra unidad portaba la adaptativa DCC que incrementa en gran medida la dinámica y el confort en marcha.
Salimos del asfalto y activamos
el modo Off Road. Automáticamente se activa el control de descensos y se desconecta el control de tracción. Por pistas de tierra no tendremos ningún problema, e incluso podemos rodar a gran velocidad de una manera confortable porque los amortiguadores neutralizan en gran parte las irregularidades.
También nos atrevemos con algún pequeño vadeo y hasta bajamos alguna fuerte pendiente sin pestañear. Pero no nos volvamos locos porque tampoco da para mucho más. Los ángulos de ataque, salida y ventral son modestos y los neumáticos 225/45 R18 que monta nuestra unidad están orientados al asfalto. Digamos que saldrá airoso de retos fáciles, pero si queremos más no sería el coche indicado.
Por último analizamos el interior, un calco del que encontramos a nivel de calidad y
habitabilidad con el Golf Variant, salvo algunos detalles corporativos, como el logo Alltrack en los asientos delanteros.
Tampoco el maletero sufre cambios, con 605 litros de capacidad mínima, ampliable hasta los 1.620 al abatir el respaldo trasero.
En cuanto al equipamiento, el Golf Alltrack toma como base el acabado Sport, incorporando en su dotación de serie elementos como el
cuadro de mandos Digital Cockpit, un completo sistema de navegación Discover Media con pantalla táctil de 8’’, tracción total 4Motion, faros LED con
luces dinámicas en curva, selección de modos de conducción, asistente de aparcamiento Park Pilot, sensores de luces y lluvia,
sistema de vigilancia del entorno Front Assist con ACC, detector de fatiga del conductor, control de velocidad de crucero Tempomat, climatizador automático, sistema de protección de los ocupantes Precrash, techo panorámico, Radio Composition Media; AppConnect,
llantas de aleación de 17 pulgadas... y todo con un precio de 39.640 euros.