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Entre fábricas anda el juego

Por Carlos Drake

Anuncio de producción del C-Max en Valencia

El aspecto industrial del automóvil se encuentra en un segundo plano para los conductores habituales, pero eso no significa que no tenga importancia para el devenir de las marcas y sobre todo de la economía de los países, especialmente en España, donde el sector de automóvil genera, tradicionalmente, alrededor del 9% del PIB. En medio de la fuerte crisis económica por la que estamos atravesando, los fabricantes han tenido que elegir las fábricas en las que se producirán sus futuros modelos y los centros españoles y, todo hay que decirlo, las administraciones locales y central, se han partido el pecho para que nuestro país no pierda peso industrial internacional, en lo que a los coches se refiere.

Antes de hablar de casos particulares conviene recordar que España tiene un gran ‘handicap’ respecto a otros países a la hora de que sus fábricas reciban nuevos modelos para producir (la adjudicación de un coche significa el mantenimiento del empleo, inversión y prosperidad para la zona de la planta). El lastre español es que todas las fábricas de automóviles que existen en España pertenecen a grandes multinacionales que tienen los centros de decisión fuera de nuestras fronteras, por lo que siempre estarán menos sensibilizados con el empleo en España, que con el de Alemania o Francia, por ejemplo. Incluso, la española Seat pertenece a Volkswagen.

Una vez recordado esto, es de recibo incidir en que recientemente todas o casi todas las factorías de coches en España han sido agraciadas con nuevos modelos, que aseguran su continuidad en el futuro a medio y corto plazo, lo que en estos tiempos no es moco de pavo. La planta de Renault en Valladolid producirá un coche eléctrico y uno convencional, la de Seat en Martorell el Audi Q3, la de Ford en Valencia, la nueva generación del C-Max y del Grand C-Max. En ese aspecto casi toda la industria del motor nacional puede respirar, al menos de momento.

No obstante, no todo son buenas noticias en lo que a la industria se refiere, puesto que recientemente el fabricante de motocicletas Yamaha ha anunciado su intención de cerrar su planta de Barcelona, con la consiguiente pérdida de empleo. Esta mala noticia ha eclipsado la decisión de Nissan de fabricar su nueva ‘pick-up’ en su centro de Barcelona, después de que los trabajadores hicieran grandes esfuerzos laborales para mantener sus puestos de trabajo. Confiemos en que la de Yamaha sea la última factoría española que cierre sus puertas.

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