Precauciones y actuaciones
El frío no es, al menos en el automóvil, un buen compañero de viaje. Como ya dijimos en nuestra primera entrega de este Especial Conducción en Invierno, las condiciones climáticas afectan a la seguridad, y el frío lo hace de manera negativa.
La habitual ropa de abrigo que utilizamos en estas épocas debe dejarse de lado al conducir. Ropa cómoda y una temperatura del habitáculo razonablemente adaptada proporcionarán mucha mayor seguridad que conducir con ropas que no nos permiten suficiente libertad de movimientos.
(Vídeo explicativo)
El habitual empañado de los cristales es muy sencillo de remediar cuando nuestro automóvil incorpora aire acondicionado o climatizador. Basta con poner dichos sistemas en funcionamiento para comprobar que la humedad desaparece de los cristales con suma rapidez. Estos sistemas quitan el empañado porque su propio funcionamiento hace que se reseque el ambiente. Obviamente, el aire acondicionado se debe utilizar situándolo en la posición de calor salvo que deseemos pasar frío, claro.
Siempre debemos guardar una distancia de seguridad aceptable con los vehículos que nos preceden. En condiciones normales tenemos que ser capaces de ver completamente el coche que circula delante y una parte de carretera, con nieve habrá que, al menos, duplicar dicha distancia. Con frío las condiciones de adherencia son menores y las posibilidades de encontrarse con situaciones de peligro aumentan igual que lo hace la distancia de frenado.
Con condiciones de adherencia inferiores a lo habitual intentaremos circular con marchas más largas, evitando tirones o cambios bruscos de velocidad que pueden provocar pérdidas de tracción o dirección del vehículo.
Sobre todo al amanecer y después de noches frías, es importante prestar mucha atención a la posibilidad de encontrar hielo en los laterales de la calzada. En zonas de sombra pueden acumularse humedades que, tras las heladas nocturnas, llegan a suponer verdaderas trampas.