Si bien la oferta mecánica del Lodgy en gasolina comienza en un 1.6 de 86 CV, nosotros opinamos que el mínimo imprescindible para moverse con este vehículo debe ser el 1.2T de 115 CV que probamos, pues la otra alternativa no será suficiente para mover con dignidad al modelo a poco que añadamos un poco de carga y algún acompañante, si en vez de eso nos empeñamos en cargarlo podemos olvidarnos de obtener una respuesta mínimamente decente.
Otra histora es la del coche con el motor 1.2 sobrealimentado por turbo que, acoplado a un cambio de buen manejo y apoyándose en sus 115 CV, aporta empuje suficiente y, además, lo hace con unos consumos bastante contenidos. De hecho, el motor es para nosotros el aspecto más destacable de todo el conjunto. Pero lamentablemente la buena respuesta mecánica no tiene correspondencia con el apartado dinámico. Dotado de unas suspensiones muy blandas y un puesto de conducción poco adecuado, las sensaciones que percibe el conductor no son satisfactorias; poca sujeción lateral, exceso de balanceos, baja precisión de la dirección... el Lodgy no puede presumir de aportar buenos modos de conducción. No es que sea peligroso, pero queda lejos de la seguridad dinámica ofrecida por la mayoría de los vehículos actuales, situándose más en la línea de lo que se puede esperar de una furgoneta que de lo que ofrecen los turismos.