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Mazda CX-30, prueba express

Por Gregorio Arroyo

Mazda CX-30, foto lateral

El nuevo CX-30 amplía la gama SUV de Mazda con un coqueto y dinámico modelo que se sitúa justo en medio por dimensiones entre el CX-3 y el CX-5. La pregunta surge de inmediato. ¿Por qué no denominarlo entonces CX-4? El motivo es que ese nombre ya pertenece a un SUV con un diseño más coupé que se comercializa desde hace tiempo en el mercado chino.

El nuevo inquilino de Mazda no se sale del guión de diseño que ha salpicado en los últimos años a sus modelos. Recuerda mucho al del nuevo Mazda3, con el que comparte plataforma, motores y presentación del interior, aunque se desmarca con sensaciones propias, como una habitabilidad que parece más desahogada y un maletero que presume de 430 litros, una cifra que no bate récords en un segmento donde se encontrará con rivales como el Seat Ateca, el Nissan Qashqai, el Peugeot 3008, el Renault Kadjar... y también del caché de un BMW X2 o un Volvo XC40 por la calidad que atesora.
 
Mazda CX-30, foto lateral
 
Mide 4,40 metros de longitud, casi 1,80 de ancho y 1,54 de alto. La distancia entre ejes se sitúa en 2,66 metros. Son cifras más modestas que las del Mazda3, pero la sensación de espacio se multiplica. En el exterior combina detalles elegantes con la línea de protecciones que envuelve el perímetro de la carrocería con total naturalidad.
 
En el interior la puesta en escena del salpicadero es un calco de la que monta el Mazda3. Tremendamente minimalista y limpia en sus formas horizontales, destaca la claridad de información del cuadro de mandos, el Head up Display de los 'buenos' que refleja la información en el parabrisas o una pantalla central de 8,8 pulgadas en el salpicadero capaz de analizar, incluso, el rostro del conductor y detectar si está cansado o somnoliento.
 
Mazda CX-30, foto salpicadero
 
La separación entre las butacas delanteras es la misma que encontramos en el CX-5 y el campo de visión es generoso, aunque su altura libre al suelo (17,5 centímetros) no es una referencia precisamente. Es un SUV, pero su enfoque es claramente asfáltico, ya que renuncia a elementos propios de ayuda al mundo off road. Sí que contempla tracción total, pero más orientada a la dinámica y a la seguridad que a la 'tierra'.
 
El confort de marcha delante es notable gracias, entre otras cosas, al diseño de los asientos. Estos sujetan mejor a nivel de la pelvis y facilitan un mejor apoyo de los muslos y la espalda. Detrás el acceso se podría mejorar si la apertura de las puertas fuera más generoso, y hay espacio suficiente para las piernas y hasta el techo. Otra cosa es la plaza central, perjudicada por un túnel de transmisión voluminoso y un mullido no tan amable. En cualquier caso tres adultos irán muy justos ya que no es precisamente una referencia en este sentido detrás.
 
Mazda CX-30, foto asientos traseros
 
También la gama de motores y cajas de cambio es conocida porque la comparte con el Mazda3. Bajo el capó presenta una variante 2.0 de gasolina de 122 CV y otra turbodiésel 1.8 con 116. Estas dos versiones son con las que debuta ya mismo, en el presente mes, mientras que en octubre llegará el revolucionario propulsor 2.0 Skyactiv-X de 180 CV. El cambio puede ser manual o automático con convertidor de par, en ambos casos de seis velocidades.
 
Las mecánicas de gasolina van asociadas a un sistema híbrido ligero M Hybrid que cuenta con un motor eléctrico que asiste al principal, aunque nunca mueve al vehículo por sí mismo. La energía la recibe desde una batería de iones de litio de 24 voltios y 0,216 KWh de capacidad que se recarga por efecto de la frenada regenerativa. Esta eficiente solución permite que estas versiones presuman de la etiqueta medioambiental ECO.
 
Mazda CX-30, foto trasera
 
Cualquier combinación motor-transmisión estará disponible tanto con tracción delantera como total en las variantes de gasolina; en diésel sólo llegarán versiones 2WD. La tracción total, denominada i-ACTIV AWD, ha optimizado la fricción interna en su funcionamiento y trabaja en conjunto con el GVC Plus, que distribuye de manera óptima el par entre las ruedas de cada eje. Y es que precismante la dinámica es uno de los puntos fuertes del CX-30, más similar a la de una berlina que a un SUV. Se sitúa por derecho propios en el grupo de cabeza del segmento SUV compacto.
 
La dirección es precisa, el tacto del cambio manual magnífico y el compromiso entre confort y agilidad es bueno, aunque el tarado de la suspensión es bastante firme y no filtra con suavidad cuando superamos baches o circulamos por asfalto muy irregular. 
 
Mazda CX-30, foto motor skyactiv
 
Hemos probado el CX-30 con el motor de gasolina de 122 CV con caja manual, así como el novedoso Skyactiv-X. Comenzamos por este último, la guinda de la gama por su sofisticación. Esta mecánica combina lo mejor de dos mundos: el  encendido por bujía de la gasolina con la ignición por compresión propia de los diésel.
 
Este bloque de dos litros inyecta en cada cilindro una mezcla muy pobre de gasolina y se comprime sin que llegue a explotar gracias a unos sensores de presión. De todas formas sería complicado que lo hiciera por la gran cantidad de aire y el poco combustible introducido. Para que se produzca la novedad reside en que, instantes después, se vuelve a realizar otra pequeña inyección, esta última muy cerca de la bujía y, ahora sí, se produce la combustión.
 
El resultado son 180 CV de potencia y 224 Nm de par máximo disponible a 3.000 rpm, así como 5,9 litros de consumo medio homologado con el nuevo ciclo WLTP (4,6 NEDC). Para registrar esas atractivas cifras cuenta con otros aliados, como el ya mencionado sistema de hibridación ligera de 24 V.
 
Mazda CX-30, foto consola central
 
Nos ponemos al volante de la versión 4x2 con cambio manual. Lo primero que nos llama la atención es su refinamiento y suavidad en marcha. Es tremendamente progresivo, tanto que no da la impresión de que llevemos 180 CV bajo el capó. El logo SPCCI, que hace referencia al encendido por compresión controlado por chispa, permanece la mayor parte del recorrido encendido sobre la pantalla central, y eso quiere decir que a baja y media carga el propulsor funciona con esta avanzada tecnología y mezcla pobre. Las escasas unidades con este motor nos obliga a ir con tres adultos por coche y el consumo medio registrado oscila entre 5,8 y 6,3 litros, dependiendo del conductor. El tramo es mayoritariamente por carretera y con bastante tráfico.
 
En una conducción ya más dinámica el motor Skyactiv-X funciona como un gasolina normal, con una mezcla rica que nos permite subir hasta 6.600 rpm. Cuando este ‘atleta’ está mejor alimentado las prestaciones se incrementan, lógicamente, firmando 204 km/h de velocidad máxima y 8,5 segundos en el 0-100 km/h. Si corremos no es extraño ver como el consumo se dispara hasta los 8,0 litros en el ordenador de viaje.
 
También tuvimos ocasión de rodar con la variante Skyactiv-X con la transmisión automática con convertidor de par también de seis relaciones. Presume de un programa deportivo que sí le otorga nuevos bríos y una respuesta más contundente al hundir el pie en el acelerador. En este caso la sensación de poderío es más evidente y sí que parece tener una respuesta más poderosa, aunque es más cuestión de sensaciones que otra cosa porque las prestaciones son inferiores. En cualquier caso la progresividad y el refinamiento siguen siendo evidentes.
 
Mazda CX-30, foto trasera
 
Por su parte, la variante Skyactiv-G de 122 CV tiene los mismos pros y contras que en el Mazda 3. Es un propulsor tranquilo, quizás demasiado, debido a su condición de atmosférico. En muy agradable en un conducción sin grandes alardes, pero si queremos una respuesta con algo más de alegría no conviene dejarlo caer por debajo de las 4.000 rpm. Eso implica que hay que acudir con frecuencia al cambio y el consumo se dispara un tanto.
 
Otro de los puntos fuertes del CX-30, modelo que está llamado a ser el gran baluarte a nivel de ventas en Mazda, es su completa y avanzada dotación tecnológica en materia de seguridad y oferta multimedia. Bajo el sistema i-ACTIVSENSE contempla hasta 17 asistentes de conducción de última hornada, muchos de ellos de serie desde el acabado de acceso Origin. Destacaríamos la cámara frontal de infrarrojos situada en la pantalla del salpicadero que analiza el rostro del conductor, el parpadeo y detecta si nos quedamos dormidos, alertando de inmediato. Funciona también de noche e, incluso, con gafas de sol.
 
Mazda CX-30, foto pantalla salpicadero
 
Los precios del nuevo CX-30 parten desde los 27.575 euros con el motor de gasolina de 122 CV y se incrementan hasta los 29.975 en caso del Skyactiv-X de 180 CV. Los que prefieran diésel podrán acceder a esta gama desde 29.575 euros.
 
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Publicado el: 06/09/2019
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