Se habla de ellos, cada vez más, pero siguen siendo algo anecdótico a nivel de ventas en nuestro país. Nos referimos a los vehículos eléctricos, esos que nos dicen que en apenas dos décadas serán los únicos que veremos en los concesionarios. En España estamos muy lejos de las cifras que señalan que cada 12 minutos se vende un Nissan Leaf en Europa. Todavía miramos de reojo la cultura del coche eléctrico, en parte por la falta de infraestructuras, en parte porque siguen siendo unos grandes desconocidos para el gran público, amén de un precio caro si lo comparamos con las alternativas térmicas similares.
Pero que nadie se ponga nervioso porque vehículos como el Leaf nos marcan el camino hacia donde parece dirigirse el futuro del automóvil. Y cada vez son más atractivos porque según aumentan la autonomía, desciende la ansiedad del que los conduce. Inevitablemente hay que cambiar de hábitos porque hay que 'organizarse' mejor, aunque otros vienen solos y son curiosos. Me explico.
Me gusta conducir, correr donde se puede y 'sentir' al volante. Sin embargo, creo que tendré que acudir a un psicólogo para que me aclare qué es lo que me ocurre cuando conduzco un eléctrico. No me reconozco porque sacrifico prestaciones por autonomía, aceleraciones por suavidad y me cuesta horrores pisar el acelerador con ganas.
Y eso que el nuevo Leaf ya presenta una batería con 40 Kwh de capacidad, capaz de completar hasta 270 kilómetros con una sola carga según homologación WLTP (389 kilómetros en ciclo exclusivamente urbano), aunque para registrar esas cifras hay que ser extremadamente cuidadoso con el acelerador.
Esta segunda generación del
vehículo eléctrico más vendido del mundo es más convencional.
Ya no parece un 'bicho' raro en su diseño, que se asemeja ahora más al Micra en su frontal. También el interior se ha rediseñado completamente para decantarse por la funcionalidad y ergonomía, aunque el volante sigue sin regularse en profundidad. Es espacioso en las cinco plazas y el maletero ofrece 435 litros, aunque nuestra unidad pierde 15 debido al subwoofer del equipo de sonido Bosé que porta en ese compartimento. Y se ha mejorado casi un 20 por ciento la
insonorización del interior.
Además
se ha aumentado considerablemente la potencia del motor eléctrico síncrono, pasando de los 109 CV hasta los 150 actuales. Si a esto añadimos los 320 Nm de par máximo desde parado, damos fe de que las prestaciones se han incrementado considerablemente. Sacaría los colores en aceleraciones a muchos rivales térmicos de potencia similiar porque pasa de 0 a 100 km/h en 7,9 segundos y nuestra unidad alcanzó 148 km/h de velocidad punta, aunque la marca dice que está limitada a 144 para preservar la autonomía.
Comenzamos nuestra aventura. Me subo al Leaf con la nueva batería de iones de litio cargada al 89 por ciento.
El ordenador me indica que tengo una autonomía de 207 kilómetros, o 219 si activo el programa de conducción ECO. Lo hago inmediatamente. Durante la jornada realizo trayectos urbanos, que es donde más a gusto se encuentra a nivel de consumo, salgo a carretera y remato por tramos de autopista y autovía. No trato de realizar una prueba de miniconsumo, pero tampoco malgasto energía a lo loco. Eso sí no renuncio a la climatización y parte del recorrido es nocturno, es decir, con
luces encendidas, dos de las funciones que más afectan a la autonomía.
Aprovecho al máximo una de las novedades que incorpora el modelo: el e-Pedal. Lo activamos en un mando en la consola central y compruebo que el pedal del freno se convierte en un mero adorno. El motivo es que al levantar el pie del acelerador ya se produce una intensa fuerza de frenado (de hasta 0,2 G) que obliga a activar las luces de freno. Regulando, por tanto, el acelerador, nos impulsamos y frenamos, aprovechando a la vez toda la energía regenerativa posible, que la batería nos agradecerá con más autonomía. El agrado de conducción es muy elevado porque se gestiona todo de una manera refinada y silenciosa, aunque los decibelios en autopista son ya muy similares a los de un vehículo de combustión debido al ruido de rodadura.
Concluimos la excursión. Hemos recorrido 189 kilómetros y la batería ha descendido hasta el 11 por ciento en su capacidad. Es decir hemos consumido un 78 por ciento de la energía disponible y el consumo medio ha sido 15,4 kwh cada 100 kilómetros. Por lo tanto la autonomía real sería de 259 kilómetros, no muy lejos de la homologada. En cualquier caso el consumo en un eléctrico es mucho más 'volátil' que en un motor térmico porque influye mucho más la manera de conducir de cada uno, el tráfico, la temperatura... Si activamos el modo ECO podemos ahorrar hasta un 10 por ciento extra y si apostamos por el modo 'B' en el cambio de una sola velocidad, que regenera con mayor eficacia, el ahorro se puede incrementar hasta un 30 por ciento.
Ahora llega lo menos atractivo: la carga de la batería.
En apenas 40 minutos la batería se cargará hasta el 80 por ciento en una toma de 50 KW. Nuestra realidad es más tozuda. La toma es de 16 A y en 6 horas y 49 minutos efectúa una carga del 37 por ciento (rondaría las 16 horas al completo). Y ahora más números. ¿Cuánto cuesta la fiesta? Pues depende de la tarifa de la luz. Entre el precio mínimo y el máximo que tengo contratado en mi casa, nos movemos entre 1,41 y 2,83 euros cada 100 kilómetros.
Una de las grandes preocupaciones viene motivada por la duración de la batería. La garantía cubre ocho años o 160.000 kilómetros y siempre contemplará la pérdida de capacidad por debajo de nueve barras, de las doce que presenta. Otra es saber donde están los puntos de carga. Por eso nuestra unidad incorpora la aplicación NissanConnect EV, que nos informará de todas ellas, incluidas las de los concesionaros de la marca japonesa, que de momento nos saldrán gratis. Además nos permitirá programar la hora de la recarga en función de la tarifa eléctrica que nos sea más conveniente y desde nuestro smartphone sabremos el estado del vehículo y hasta podremos programar la temperatura del
habitáculo para cuando salgamos con el vehículo.
Otro factor a destacar es la denominada tecnología V2G. Este avanzado asistente permite que el flujo de energía sea bidireccional. De esta manera el vehículo puede integrarse totalmente en la red eléctrica y aprovechar la energía de su batería, por ejemplo, en nuestro domicilio si no vamos a utilizar el coche.
Y para concluir,
las sensaciones al volante, parecidas como no puede ser de otra manera a las de un vehículo térmico similar en tamaño (4,49 metros de longitud) y peso (1.580 kilos en orden de marcha). Delante apuesta por un esquema de suspensión McPherson y detrás monta un eje de torsión. La batería se ubica entre ambos ejes y rebaja considerablemente el
centro de gravedad. Por los datos registrados comprobamos que por las bravas tiene empuje y su pisada en bastante estable. Eso sí, los neumáticos que monta miran más por la eficiencia que por otra cosa y ése es el motivo de que si se fuerza demasiado, su tendencia a subvirar sea acusada. Además, las distancias en las frenadas de emergencia son aceptables hasta los 100 km/h, pero largas a velocidades superiores (necesita 60,3 metros para detenerse por completo desde 120 km/h).
De todas formas, y como comenté anteriormente, en el día a día apetece correr lo justo. Y más cuando tenemos tecnología como el nuevo ProPilot, asistente que nos permite coquetear con la conducción autónoma al gestionar la velocidad, la distancia o iniciar la marcha o detenerse en los atascos. Está claro que con el nuevo Leaf el estrés se reduce en todos los sentidos...
Esto es sólo la punta del iceberg de la tecnología y dotación que ofrece el Leaf.
En el acabado Tekna que nos ocupa encontramos de serie un control del ángulo muerto, reconocimiento de señales de tráfico, detector de fatiga de conductor, alerta de cambio de carril, otra de tráfico cruzado en la zaga, sonido de aviso para los peatones, cámara trasera y otra 360 grados, frenada de emergencia en ciudad, luces de carretera inteligentes, faros led, NissanConnect EV, equipo de sonido Bosé, Chasis Control... todo a un
precio de 37.400 euros.