Una opción para el confort
Dentro del abanico de posibilidades que existe hoy en el mercado de las berlinas familiares, el Renault Laguna Grand Tour es la opción de quienes se encuentran más preocupados por el interior que por el interior. Con el motor 2.0 T de 170 CV la suavidad de marcha se paga en consumos.
El Renault Laguna familiar se llama Grand Tour y tiene versiones que, como la probada, llegan hasta los 170 CV de potencia con el motor dos litros turbo de gasolina. La entrega de potencia de esta motorización queda bastante diluida por el funcionamiento del cambio automático. Se trata de una transmisión automática tradicional -con convertidor de par- con lo que existe cierto resbalamiento que viene a aportar un poco más de confort al rendimiento general del conjunto.
Una tarjeta que podemos insertar en el salpicadero o simplemente llevar encima es detectada por el coche para, con sólo pulsar un botón, poner en marcha la mecánica. Este sistema dio algunos problemas en el pasado a la marca pero, por el funcionamiento que hemos encontrado en esta y otras unidades del Laguna, nuestra experiencia nos dice que ahora trabaja a la perfección.
Con la extensión de este sistema, que Renault fue de las primeras marcas en utilizar, la apertura y cierre del vehículo así como su puesta en marcha son impresionantemente sencillas. Sólo con llevar la tarjeta encima el coche detecta su presencia y basta con intentar abrir la puerta para que se desactive el cierre centralizado. Una vez dentro, presionamos el botón de arranque para que el motor se ponga en marcha.
El freno de mano también es eléctrico, con lo que la tradicional palanca se sustituye por un pequeño botón. Aunque el confort de uso es irrefutable, tiene como inconveniente la imposibilidad de mover el coche si, por ejemplo, nos quedamos sin batería.
Entre las características que no nos gustaban de los Renault con tarjeta estaba la imposibilidad de saber si habíamos dejado el coche cerrado al alejarnos de él con la tarjeta encima -se supone que se cierra solo-. Ahora el sistema, en el momento de proceder al cierre del coche automáticamente, emite un corto pitido, con lo que el conductor puede alejarse sin problemas y con el convencimiento de haber dejado el habitáculo cerrado.
Respecto a su cifra de potencia, no debemos llevarnos a engaño. Aunque en ningún caso puede hablarse de un automóvil perezoso, la existencia del cambio automático de relaciones relativamente largas lleva a una entrega de potencia bastante contenida. Para encontrar una respuesta algo más rápida contamos con la posibilidad de manejo manual del cambio. Si realizamos dichos cambios con la palanca tendremos que ubicarla en la guía izquierda y presionar hacia delante para aumentar de marcha o hacia atrás para reducir.
Mucho más adaptado a la circulación urbana y por autovías o autopistas que a las carreteras más ratoneras, este familiar requiere un gran mimo en el pedal del gas si no queremos parar en la gasolinera más asiduamente de lo deseable. Dicho de otro modo, el consumo es muy sensible al uso que demos al vehículo.
Por encima de su mecánica, la característica más destacada del Grand Tour es la abrumadora cantidad de elementos que integra para hacer más fácil la vida a bordo. El ordenador se maneja con un mando en el volante, controlando distancia recorrida, autonomía, consumos medio e instantáneo o carburante que resta en el depósito. Mientras que existe también control del audio y de muchos otros sistemas, como el control de crucero.
Dado lo útil de este último sistema en unas carreteras plagadas de radares se agradece su facilidad de uso. No obstante, el funcionamiento mecánico es a veces un poco errático si deseamos variar la velocidad de nuestra marcha con los botones del volante, pues nos podemos encontrar con ciertos tirones al pretender variar el ritmo de marcha.
Además de controles en volante y salpicadero, el Laguna también ofrece un pequeño joystick situado tras la palanca del cambio. Aquí se puede acceder al navegador, al ordenador de a bordo o al teléfono, siempre y cuando nuestra unidad incorpore todos estos elementos, claro.
La unidad probada contaba, además, con un techo solar panorámico que abarcaba los asientos delanteros y una zona en los traseros separada. Pudiendo tapar completamente la entrada de los rayos solares, el techo permite, al contrario que otras realizaciones, disfrutar tanto los días fríos y soleados como los calurosos.
Pero la zona de carga es la más importante para un familiar, y en Renault también han hecho aquí un importante esfuerzo. A ambos lados del maletero encontramos un gancho para bolsas y un tirador para, sin realizar ningún esfuerzo, obtener una zona de carga prácticamente plana. Si lo deseamos, también podemos abatir los asientos con unos botones laterales situados en las puertas traseras.
El piso que se queda después de abatir los asientos es totalmente aprovechable. Mejor aún, lo más habitual es que no tengamos que desmontar los reposacabezas traseros para bajar los asientos. Aun así, quitar completamente la bandeja posterior trasera requiere cierta maña y algo de práctica.
Sus 170 CV tienen fuerza pero no explosividad, mientras que las soluciones interiores ponen al alcance de un gran número de usuarios lo que hasta hace poco era exclusivo de adinerados clientes. En definitiva, el Laguna Grand Tour es un automóvil especialmente destinado a quienes disfrutan con el confort de marcha, con los últimos avances tecnológicos, para quienes priman la comodidad por encima de conceptos como deportividad o sensaciones.
Aquí podéis ver un vídeo con la prueba completa e imágenes dinámicas y de interior.
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