Límites de velocidad y consumos de combustible

La ecología como excusa para la recaudación

Las declaraciones de Miguel Sebastián acerca de un aumento de los límites de velocidad en el acceso a las grandes ciudades ya ha generado reacciones en contra. El desconocimiento técnico y el afán recaudatorio parecen estar detrás de la propuesta.

Miguel Sebastián, que aseguró que el 40% del consumo energético le corresponde al transporte -lo que no significa que corresponda al automóvil, pues datos propios del IDAE hablan de un 36,2% de consumo por el transporte (no 40%) y sólo un 15% del vehículo turismo-, aseguró que en tres meses se reducirán los límites de velocidad en los accesos a las ciudades y vías de circunvalación de gran capacidad. No será una pequeña disminución, pues se habla de un 20%. Para apoyar sus palabras afirmó que "Cada vez que levantamos el pie del acelerador mejoramos la renta nacional y el empleo".

Aun cuando no se habló nada al respecto, a buen seguro que la disminución de la velocidad máxima irá indefectiblemente unida a un nuevo despliegue de radares y control policial. Dicho despliegue tendrá como consecuencia un gran aumento de multas a conductores que, si ahora circulan legalmente, no lo harán con los nuevos límites y que serán tachados también de imprudentes.

Por otro lado, una velocidad más lenta no va a suponer un ahorro energético y, si lo supone, será en detrimento de la seguridad. ¿Por qué digo esto? Porque para consumir menos habría que ir a menos revoluciones a 80 km/h de las que se va, por ejemplo, a 120 km/h y, cuando se trata de circular con coches modernos en marchas largas, circular a 80 impide llevar al coche a un régimen de giro que permita tener buena respuesta que, lo sepan o no los responsables de tráfico -y lo saben, aunque no quieran reconocerlo- es un requisito imprescindible para circular con seguridad.

Desde CEA (Comisariado Europeo del Automóvil) también han elevado ya sus protestas "la medida anunciada por el Ministro de Industria, D. Miguel Sebastián, de reducir la velocidad para disminuir la contaminación atmosférica podría acarrear graves problemas de movilidad así como no reducir la contaminación de manera significativa. Por ello CEA propone otras medidas como un plan de ayudas a los automovilistas para renovar el parque automovilístico por otro menos contaminante."

Es curioso que en este último aspecto la única opción ya aprobada por el ejecutivo actual sea el Plan VIVE, una medida absolutamente política que tendrá una repercusión mínima en la renovación del parque automovilístico actual.