La gama S de Audi ha dado últimamente un giro radical, apostando por el diésel. Son motores que ofrecen un gran rendimiento, no nos engañemos, como confirman modelos como el S4, S5, S7, SQ5, SQ7 o SQ8. Sin embargo, también es cierto que un modelo de corte deportivo ‘casa’ de manera más natural con la gasolina. Por eso se agradece que se mantenga en vehículos como el S3, el S8 o en nuestro protagonista, el SQ2.
El modelo que nos ocupa responde al formato de moda, aunque tiene poco de SUV puro y duro. De hecho no le apetece demasiado hablar de campo, más allá de lo que sea una pista de tierra tan facilona, que la afrontaría prácticamente igualmente un turismo.
Su principal virtud es convertirse en un deportivo, aunque tampoco le gusta demasiado llamar la atención. Incluso pasa bastante desapercibido, aunque cuenta con detalles estéticos propios. Y puestos a correr, sacaría los colores a la gran mayoría que ose retarle.
El motivo es su potente
propulsor y su extraordinario chasis. Bajo el capó ubica
un bloque de dos litros turboalimentado que ofrece 300 CV y, casi más importante, 400 Nm de par máximo constante entre 2.000 y 5.200 rpm. Si nos ponemos ‘estupendos’ diremos que este bloque presenta árboles de levas ajustables, alzados de válvulas en dos etapas y combina la
inyección directa con la indirecta, está última en fases de baja carga de trabajo para reducir las emisiones.
Y como suele ser habitual en la saga S de Audi, la gestión de todo ese potencial recae sobre una
transmisión automática, en este caso S tronic con doble embrague de siete relaciones, y sobre la tracción quattro para que la unión al suelo sea más eficaz. En condiciones normales actuará como un ‘simple’ tracción delantera, pero en caso de falta de adherencia o en conducción muy agresiva puede enviar hasta el cien por cien al eje trasero en momentos puntuales.
El SQ2 es un modelo un tanto
‘nervioso’ de reacciones y algo incómodo cuando el asfalto es irregular. El motivo es que su chasis tiene un ajuste muy deportivo, con una suspensión más firme y rebajada 20 milímetros. Curiosamente no contempla, ni en opción, una suspensión regulable que sí está disponible en el resto de la gama Q2. Esto provoca que los balanceos de la carrocería sean mínimos. Si a ello unimos una dirección tan progresiva como directa (2,1 vueltas de volante entre topes), neumáticos 235/40 R19 y frenos sobredimensionados, todo parece encaminado directamente a ‘volar bajo’.
De hecho
alcanza los 250 km/h de velocidad máxima (autolimitada electrónicamente) y acelera de 0 a 100 km/h en sólo 4,8 segundos. Ayudará en este último aspecto activar la función ‘Launch Control’ en el programa Dynamic del asistente de conducción Audi drive select, que nos permitirá salir desde parado de manera limpia, sin pérdidas de tracción y sin que se quede por el camino ningún caballo. Para ello hay que desconectar el sistema Start/Stop, pasar la palanca del cambio hacia el programa deportivo, pisar el pedal de freno con el pie izquierdo, a continuación hundir el derecho en el acelerador y, cuando nos avise en el cuadro de mandos, soltar. Saldrá como un cohete, apurando las marchas hasta acariciarlas 6.800 rpm.
No es tan generoso al reducir porque tiende a protege el motor de un sobre-régimen, pero podemos pasar un buen rato cambiando de manera secuencial, en la palanca o en unas levas solidarias con el movimiento del volante, provocando un agradable efecto punta-tacón electrónico.
Será complicado que el morro no obedezca al entrar en curva, apenas hay pérdidas de tracción y el sofisticado tren trasero multibrazo se convierte en una lapa, tanto que aburre porque apenas desliza. Sólo lo hará si ahuecamos el pie del acelerador en pleno apoyo, porque si pisamos el pedal de manera constante en plena curva lo asume como si nada.
El asistente de conducción también nos permitira elegir los
modos Auto, Comfort, Efficiency e Individual, gestionando al gusto la calibración del motor, del cambio automático, del sonido del motor y del ACC, es decir, el control de velocidad de crucero adaptativo. Sólo el programa Efficiency nos permitirá desplazarnos con la función de
inercia, que desacopla el motor y provocará que, siendo cuidadosos con el acelerador, nos movamos entre los 8,5 y 9.5 litros de media.
Si exteriormente es ‘modesto’ en su musculatura, tampoco el interior se muestra particularmente agresivo, más allá de los asientos deportivos, algunos detalles metálicos en los pedales o unos llamativos pespuntesen en rojo en el volante, la palanca del cambio o los paneles de las puertas.
Las butacas delanteras son realmente confortables, el tacto general y la calidad brillan muy alto y
el cuadro digital virtual cockpit es una delicia. Sin embargo es de los pocos Audi que todavía presentan una pantalla en el
salpicadero que no es táctil. En las plazas traseras hay espacio suficiente para dos adultos y más comprometido para tres. La banqueta nos parece que se queda algo corta y el
maletero se remata con 355 litros de capacidad.
La dotación tecnológica es abundante y avanzada, aunque hay que pagar muchos de sus asistentes en opción, un mal común en muchos de los vehículos con sello premium. En su equipamiento de serie encontramos faros LED, suspensión deportiva, retrovisores exteriores eléctricos y calefactados, un control de velocidad de crucero, retrovisor interior electrocrómico,
climatizador bizona, el comentado cuadro Audi virtual cockpit, el asistente MMI Navegación plus, asientos deportivos, el Audi parking system trasero, asistente de arranque en rampa, el Paquete Connectivity, radio MMI con pantalla de 7pulgadas, un práctico
control por voz de algunos funciones multimedia, la frenada de emergencia Audi pre sense front, sensores de
luces y lluvia, un
limitador de velocidad, el asistente audi drive select y un
detector de fatiga.
Sin embargo, se hace cuesta arriba que,
tras pagar 54.680 euros por este exclusivo modelo, tengamos que rascarnos el bolsillo en la carta de opciones por elementos tan comunes como unas luces de carretera inteligentes, una acceso y arranque sin llave, un control del ángulo muerto y hasta por el portón trasero motorizado. Otros elementos que ofrece con sobreprecio son más ‘glamurosos’, como un techo panorámico eléctrico o el impresionante sonido de alta fidelidad Bang & Olufsen. También dispone de una amplia carta de asistentes que completan la seguridad y el confort a bordo.