SEAT León 1.8 TSI Línea R

Alegría para los sentidos

Visualmente, la Línea R aumenta el carácter del León. Los 160 CV del 1.8 TSI son suficientes para saborear el tacto de un buen deportivo, escuchar su mecánica, oler a goma quemada e, incluso, hacer gala del sentido común.

En el exterior, las variaciones del kit estético de la línea R son las llantas de 18 pulgadas, las estriberas laterales inferiores, los paragolpes delantero y trasero o los logotipos de línea R en los laterales. También hay dos salidas posteriores de escape y, en el interior, remates en metal y algunos otros detalles terminan de definir a la recién presentada línea R.

Dentro, el tradicional buen puesto de conducción del León se mantiene intacto, con unos asientos que pueden considerarse entre los mejores del segmento de los compactos por sujeción y confort. Los resaltes para piernas y espalda sujetan perfectamente, y tanto conductor como acompañante cuentan con regulación de apoyo lumbar.

(vídeo análisis de interiores)

En la consola central encontramos los mandos de la climatización dual, con botones claros y sencillos, aunque con un diseño general algo anodino que mejora bastante si la unidad incorpora el navegador. El pomo de la palanca de cambios recibe un acabado metálico con el logo de SEAT Sport.

El volante ofrece buen tacto y está realizado en cuero con costuras en rojo y una inserción metálica en la zona inferior. Además cuenta con botones para manejar el teléfono y el sistema de sonido. Para acceder a las plazas traseras se creó un tercer cristal de material muy particular. En esta fila, dos ocupantes estarán cómodos, un tercero no podrá decir lo mismo. Altura no falta, pero la forma de los asientos no invita a tres ocupantes. Con un maletero acorde a las medidas exteriores, la rueda de repuesto se sustituye por un kit antipinchazos.

El motor TSI de 160 CV es, en principio, el menos deportivo, pues las otras dos motorizaciones de la línea R son el dos litros TFSI de 200 CV y el TDI con 170 CV de potencia. Sin embargo, el nivel de conducción debe ser muy bueno para aprovechar el mayor nivel de prestaciones de las versiones más potentes. El buen hacer del 1.8 permite situar a esta versión en el lugar más razonable de las posibilidades de la línea R.

(vídeo de la prueba dinámica)

Una vez arrancado, el 1.8 TSI sorprende por la suavidad de marcha y el escaso sonido de su mecánica. Sin buscar las prestaciones, el conductor se encuentra con un bloque de moderado temperamento y gran progresividad. Basta con presionar un poco más allá el pie derecho y manejar con rapidez el cambio para comprobar que las prestaciones del León son realmente buenas, dejando claro que los 218 km/h de velocidad punta o los ocho segundos para alcanzar 100 km/h no se quedan en meros datos de homologación.

Pero si el León puede presumir de una cualidad ésta es, sin duda, su excelente estabilidad en zonas de curvas, sobre todo cuando nos encontramos con buen asfalto. Ante firmes más rotos el confort se resiente debido a unas suspensiones que cargan más las tintas en la eficacia. El control de estabilidad es desconectable desde un botón entre los asientos, aunque siempre mantiene un funcionamiento latente. Esto significa que, en situaciones comprometidas, si el conductor toca el freno, el control de estabilidad comienza a actuar.

En cuanto a los consumos, éstos dependen en gran medida de nuestro tipo de conducción, pues si bien alcanza un consumo medio homologado de 7,4 litros, también puede superar los diez si nos empeñamos en buscar sus máximas prestaciones. En condiciones normales se pueden obtener cifras en torno a los ocho litros sin necesidad de ir buscando sólo economía de consumo.

No obstante, la inmensa mayoría de conductores encontrarán suficiente esta versión frente al dos litros de 200 CV, y ello contando, además, con menos precio e inferiores consumos. Obviamente, no puede competir en cifras de consumo con el TDI, aunque entonces habría que hacer cálculos para saber si el mayor precio del diésel se compensa a base de kilometraje.