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Ford Focus 1.8 Flexifuel Trend

Al hablar de biocombustibles parece que estemos hablando de un futuro muy lejano, algo que llegará algún día pero que no está presente en la actualidad. El Focus Flexifuel es la prueba de que, efectivamente, existen coches que pueden comprarse hoy en día y que se impulsan mediante biocombustibles.

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A primeros del mes de julio se difundió en varios medios la noticia de que el Ente Vasco de la Energía había inaugurado tres gasolineras que ofrecían bioetanol en España, al mismo tiempo se hablaba de la creación de otros 57 puntos más. Es un primer paso en un proceso que debe ir a más. Ahora bien, aunque se haya aprobado un porcentaje mínimo de utilización de biocombustibles durante los próximos años, parece que todavía hay muchas reticencias para comercializar un producto que, en principio, resulta más barato que el diésel y que la gasolina (su precio está a unos 0,85 euros por litro) y que contamina menos.

El grupo Ford lleva tiempo intentando concienciar a los usuarios en la conveniencia de utilizar este tipo de combustibles, y en dicho proceso, se ha propuesto poner en el mercado una cantidad importante de automóviles dotados de su denominado sistema Flexifuel, con el que el usuario puede repostar tanto gasolina sin plomo como bioetanol de manera indiferente. Nada mejor que montarse en uno de estos automóviles para comprobar que, efectivamente, el bioetanol es una alternativa real.

Si no fuera por las pegatinas y reclamos que rodean al Focus Flexifuel de la flota de prensa, poco podrían imaginar quienes se cruzan en nuestro camino estamos ante un vehículo dotado de una tecnología altamente ecológica. Es más, si el usuario se decide por utilizar gasolina sin plomo, su funcionamiento no diferirá en absoluto del apartado de la versión gasolina del 1.8 litros y 125 CV de Ford. Ahora bien, basta con dirigirse a una gasolinera dotada de bioetanol (fácil de decir y harto difícil de realizar) y llenar el depósito con dicho combustible para comprobar un ligero pero perceptible cambio en el funcionamiento de la mecánica.

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Sólo disponible en el acabado Trend, el Focus Flexifuel está equipado con un motor de cuatro cilindros y 1.8 litros que aportan 125 CV de potencia. Dicha mecánica se basta y se sobra para ofrecer un funcionamiento incluso alegre si sabemos hacer un buen uso del cambio, aportando además una sensación de fuerza bastante agradable desde regímenes medios. Esto ocurre cuando circulamos con gasolina sin plomo porque, utilizando bioetanol, la sensación de fuerza es mayor. Quizás se trate sólo de una impresión debida a la mayor rumorosidad de la mecánica pero, sea como fuere, el conductor lo percibe al volante.

Y aquí se acaban las diferencias respecto al Focus normal. No es que pretendamos cortar de golpe la prueba, es que Flexifuel tiene la difícil virtud de ser un automóvil completamente normal en el resto de los sentidos. No hemos de realizar una conducción diferente, no tememos que preocuparnos por saber dónde se encuentra la gasolinera más próximo dotada de bioetanol, basta con repostar en el momento en el que el coche lo requiere. Si tenemos la oportunidad de llenar el depósito con biocombustible, nuestro bolsillo y el medio ambiente lo agradecerán, en caso contrario, circularemos con un automóvil totalmente equivalente al resto de vehículos de gasolina que se mueven por nuestras carreteras.

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Sorprende por tanto que no se hagan más esfuerzos por parte del Gobierno para aumentar el porcentaje de automóviles con biocombustibles. Los peor pensados quizás vean en ello una táctica para seguir recaudando dinero con las petroleras o, a lo peor, se trata de alguna otra aportación económica de dichas entidades que los mandatarios no quieren dejar perder. Pero eso sólo lo pueden tener en la cabeza  los mal pensados, aunque sabiendo que cualquier Gobierno debe velar por los intereses de sus gobernados, no llegamos a entender muy bien por qué no se intenta potenciar este tipo de iniciativas en vez de limitar las velocidades (y aumentar los ingresos por multas) o gravar a los emisores de más CO2 (que no es precisamente la emisión más nociva). En fin, que alternativas haberlas haylas, pero como diría Don Quijote: "Con la Iglesia hemos topado, amigo Sancho".  

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