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Tomadura de pelo

Por Carlos Drake

Opel

Estoy en el AVE dirección a Zaragoza junto con varios periodistas para probar la nueva gama del Modelo todoterreno Land Cruiser de Toyota en la zona de Tudela. Durante la espera para subir al tren, hemos iniciado una conversación entre varios compañeros en la que, como no podía ser de otra manera, ha surgido el tema del día. La negativa de General Motors de vender sus filiales europeas Opel/Vauxhall al consorcio formado por el fabricante canadiense de componentes para automóviles Magna y la entidad bancaria rusa Sberbank.

La noticia sorprende tanto por las razones como por las formas. Ayer se reunió el consejo de administración de la corporación estadounidense en su sede central de Detroit con la intención de abordar el asunto de la venta de Opel y la idea era haber tomado una decisión definitiva sobre este asunto, y así fue, pero no el sentido que todo el mundo esperábamos. Me gustaría ver la cara del señor Wolf, consejero delegado de Magna, en el momento de enterarse de la noticia, seguro que sería muy similar a la de la canciller alemana, Ángela Merkel, o a la del ministro de Industria español, Miguel Sebastián.

En principio la decisión de General Motors de quedarse con Opel/Vauxhall entra dentro de los derechos de la corporación estadounidense, pero se produce después de varios meses de negociaciones, de descartes de posibles compradores, y de conversaciones con gobiernos, comités de empresa y demás actores implicados en la situación que se comprometieron a hacer grandes esfuerzos para asegurar la viabilidad de la empresa en el futuro y sobre todo, de los miles de puestos de trabajo que peligran cada vez que uno de los grandes directivos de estas empresas estornuda.

En lo que nos toca más de cerca en esta situación, la planta de producción de General Motors en Figueruelas (Zaragoza), la cosa no está nada clara. Los representantes de los trabajadores se habían reunido en varias ocasiones con el Gobierno central y con el de Aragón, así como con los ejecutivos de Magna para decidir los sacrificios necesarios para afianzar el plan de viabilidad de la empresa. Tras muchas discusiones, pataletas y ofertas de la compañía canadiense todas las partes involucradas decidieron que lo más adecuado era aceptar un recorte de plantilla de 900 trabajadores, a cambio de asegurar la producción del Corsa y la continuidad de la planta en el medio plazo.

Pero el cambio de opinión de la matriz de Opel, General Motors, que ha decidido mantener en el grupo a esta filial, deja en el aire los pactos alcanzados con Magna, por lo que lo más seguro es que se vuelva a abrir un periodo de negociación para dilucidar los cambios que hay que hacer en la estructura actual de la empresa para consolidarla y conseguir que sea rentable.

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