En MotorGiga hemos tenido la oportunidad de probar en profundidad tanto la versión 116i como la 118d del nuevo BMW Serie 1, es decir, la más básica de las versiones de gasolina y la segunda en escalón de potencia entre las versiones diésel. Dotadas en todos los casos de sobrealimentación mediante turbo, una de las características destacables del Serie 1 es la excelente respuesta de sus mecánicas, lo que es una toda una realidad desde, al menos, las versiones probadas, por lo que podemos afirmar categóricamente que el BMW Serie 1 es un automóvil que cumple con la promesa de placer de conducción de la marca en toda su gama -salvo que el 116d tenga una respuesta drásticamente inferior a la proporcionada por el 118d-.
Con respecto a la denominación de las mecánicas en BMW hace tiempo que los nombres de sus modelos dejaron de tener una relación directa con la cilindrada de sus mecánicas. Si en otros tiempos un 320i montaba, sin duda, un motor de dos litros de cilindrada, hoy en día la diferencia numérica entre las distintas versiones del Serie 1 se basa, ante todo, en la diferente potencia obtenida por cada versión. Y es que en el Serie 1 todas las motorizaciones, ya sea en diésel o en gasolina, disponen siempre de dos litros de cilindrada y recurren, en todos los casos, a sobrealimentación mediante turbo. Eso si, en el caso de los motores de gasolina se utiliza la tecnología Twinturbo (no confundir con dos turbos) mientras que para los motores diésel se recurre a un turbo de geometría variable salvo en el caso del 125d, que opta por dos turbos trabajando en serie, con el más pequeño encargado de proporcionar fuerza a bajas vueltas y el de mayor tamaño destinado a mejorar la respuesta a mayor número de revoluciones.
Un aspecto negativo al comprobar la conducción con el Serie 1 se encuentra en la visibilidad posterior. Con unos reposacabezas de gran tamaño cuando están en posición normal y una ventanilla trasera no demasiado amplia, la visibilidad posterior queda muy limitada. Para mejorarla es necesario que los reposacabezas queden situados en posición de reposo si no existe nadie ocupando las plazas posteriores. Entre las novedades del nuevo Serie 1 respecto a la generación precedente se encuentra la posibilidad de contar opcionalmente con el cambio automático ZF de ocho relaciones. Dicho cambio, que dispone de convertidor de par (luego no es un cambio pilotado), ofrece muy buen funcionamiento tanto por respuesta como por confort de marcha, permitiendo además mantener la promesa de deportividad que BMW aporta en todos sus modelos.
Aunque en MotorGiga tenemos cierta tendencia a decantarnos por las versiones diésel debido a su mejor respuesta a bajos regímenes y por tanto a su mayor adaptación al uso habitual que le dan la mayoría de los usuarios, hemos de afirmar en esta ocasión que la versión 116i del BMW Serie 1 no es sólo suficiente para la mayoría de los conductores, sino que además cumple con la promesa de deportividad gracias a una respuesta excepcional desde muy bajas vueltas y a un funcionamiento suave, silencioso y que, además, va acompañado de contenidos consumos. El secreto de esta respuesta es la presencia del turbo o, más concretamente, de toda la tecnología que implica la denominación Twinturbo de BMW.
Que el funcionamiento del cambio automático ZF sea bueno no es ninguna novedad, pues la antigua caja automática de seis relaciones ya ofrecía buenas características. Pero sí puede catalogarse de novedoso el buen hacer de las cajas de cambio manuales presentes en el nuevo Serie 1, y es que el funcionamiento de las cajas manuales no ha sido nunca el punto fuerte de esta marca bávara. Ahora el tacto es más preciso, con un manejo que se nos antoja más rápido y eficiente que en anteriores realizaciones de BMW.
Con la particularidad de la existencia de la propulsión posterior podría pensarse que el comportamiento del Serie 1 podría no estar a la altura de las circunstancias. Suele ocurrir que los beneficiosos efectos de la propulsión posterior en cuanto a conducción deportiva son inversamente proporcionales a la sensación (y a veces realidad) de seguridad que ofrece el vehículo para conductores menos avezados. En el caso de BMW siempre se trabaja para obtener vehículos muy equilibrados en los que el reparto de pesos entre el eje delantero y trasero se sitúa aproximadamente en 50/50, lo que beneficia la seguridad activa al proporcionar unas reacciones muy equilibradas en las que el paso de una situación neutra a un sobreviraje (las ruedas se van de atrás) es relativamente controlable, aunque hemos de matizar que para llegar a esta situación el conductor ya estará circulando por encima de los límites de la lógica. Con la presencia del control de estabilidad, además, llegar a conseguir un sobreviraje sólo será posible en condiciones de adherencia precaria o realizando una maniobra a todas luces inapropiada.
Los conductores que deseen conocer las posibilidades deportivas del vehículo y probar sus capacidades al volante podrán (siempre que estén en un circuito o en carreteras cerradas al tráfico) probar sus capacidades desconectando los controles electrónicos de ayuda a la conducción. Además, en BMW ofrecen también la posibilidad de una suspensión de tarado variable con la que ir desconectando por pasos el control de tracción y el control de estabilidad. Así las cosas, el Serie 1 se muestra por tanto con una enorme seguridad activa para los usuarios normales y con la posibilidad de realizar una conducción muy deportiva si somos usuarios con un alto nivel.