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Renault Clio 2012, prueba dinámica

En MotorGiga probamos las versiones más comerciales en diésel y gasolina del Renault Clio; el 0.9 Tce de gasolina y el 1.5 dCi. En ellos pudimos comprobar la existencia de la ya tradicional tarjeta que sustituye a las llaves y que cuenta con la función de arranque por botón. Aunque existe un hueco en el salpicadero para ubicar la tarjeta no es necesario que se sitúe allí para que el vehículo la detecte, pero nosotros sí recomendamos que se ponga en dicho lugar para que la tengamos controlada y no terminemos perdiéndola. Este sistema de apertura y arranque sin llave no siempre nos ha funcionado correctamente, al menos en las unidades que tuvimos oportunidad de probar nos ocurrió en más de una ocasión que al intentar acceder al coche tuvimos al final que presionar los botones de la tarjeta para abrir el coche, pues éste no se abría con la sola proximidad de la misma, que es como en principio está pensada para funcionar.

Renault Clio 2012, prueba dinámica


Las diferencias de funcionamiento entre el motor 0.9 Tce tricilíndrico de 90 CV y la versión diésel 1.5 dCi de similar potencia son importantes. El pequeño tricilíndrico de gasolina ofrece al conductor unas curiosas sensaciones; por una parte su facilidad para subir de vueltas es pasmosa, algo lógico, considerando su baja cilindrada y la presencia de un cilindro menos de lo habitual. Con este tipo de funcionamiento siempre da la sensación que estamos conduciendo un coche muy ligero y manejable pero que nos ofrece una respuesta suficientemente contundente al acelerador. En comparación con la versión diésel el 0.9 Tce es claramente menos rumoroso y más suave, aunque en favor del gasóleo hay que decir que la contundencia de la respuesta es claramente superior; el diésel se siente como "más coche". Las diferentes personalidades de cada motor hacen que el confort de marcha se decante en mayor medida por el motor de gasolina que, además, ofrece una agradable sensación de deportividad debido a su facilidad para subir de régimen y a su excelente respuesta si consideramos que se trata de un motor de sólo 1,2 litros de cilindrada, una característica que sería imposible sin la presencia de la sobrealimentación, que en este caso se realiza por turbo.
 
 


En el tema de los consumos la tecnología del downsizing aplicada por la industria en general y por Renault en particular está dando buenos frutos también en las mecánicas de gasolina, como lo demuestra el hecho de que es muy sencillo mantener al 0.9 Tce en el entorno de los seis litros de media con buenas prestaciones aunque para ello sea necesario manejar bien el cambio y llevar al motor en su régimen de giro óptimo. A pesar de lo anterior las motorizaciones de gasóleo también han sabido mejorar con los años, y el 1.5 dCi es de los que pueden presumir de consumos muy reducidos, mejorando en un litro y medio aproximadamente las ya buenas cifras del motor de gasolina y, además, con una contundencia y prestaciones que también mejoran claramente las ofrecidas por el 0.9 Tce. Como digo siempre, el par motor es el gran culpable de esta circunstancia, y a pesar de que el tricilíndrico de gasolina alcanza nada menos que 135 Nm de par máximo, dicha cifra se eleva hasta los 220 Nm en el diésel, alcanzándose además esta última a 1500 rpm mientras que en el 0.9 hay que llegar a 3.500 vueltas.

Lo que es cierto en todas las versiones del Renault Clio que han pasado por nuestras manos es esa sensación de estar ante un vehículo de poco peso. A pesar de que se trata de un automóvil no excesivamente liviano en comparación con la competencia, la facilidad de uso, el funcionamiento general e incluso el sonido que hacen las puertas al cerrarse nos hacen pensar en un vehículo liviano, con todas las ventajas e inconvenientes que ello representa. Así, por ejemplo, comparándolo con sus rivales el Clío aporta una sensación de "kart" que no existe en ninguno de sus competidores, parece que estamos casi ante un coche de juguete que "pide" manejarlo con alegría y que invita a ser un poco cómplice en su conducción. Al terminar la prueba de este automóvil en sus dos versiones pero, sobre todo, en la de gasolina, nos quedamos con un agridulce sabor; por una parte parece que el coche no estuviera realizado para durar muchos años pero por otra, y casi por los mismos motivos de ligereza y facilidad de manejo, el Clio se convierte en un perfecto aliado con el que se puede traspasar la barrera de la propiedad y pasar a ese difícil pero encantador terreno de la amistad hombre/máquina. Estoy seguro que muchos poseedores del Clio seguirán manteniéndolo durante años para disfrutar de la sensación de conducir a un compañero de aventuras con el que se sienten a gusto y comparten vivencias más allá de la conducción.
 
 
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Publicado el: 30/07/2013
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