El Pajero, el Moco y otras denominaciones

 

En primer lugar os contaré de donde me ha surgido la necesidad de contaros estas anécdotas. Todo comenzó cuando me dispuse a comentar el resultado de la prueba del Mercedes Benz Clase M. La versión que pude probar era el Mercedes Benz ML 250 CDi, y al comprobar su denominación comprendí que, de un modo u otro, estaba cometiendo un error, pues se trataba del Clase M pero estaba probando el ML... algo no me cuadraba. Reconociendo mi ignorancia y tragándome mi orgullo profesional pregunté directamente al departamento de prensa de Mercedes, en donde me explicaron el aparente sinsentido de tal situación. En 1997, cuando el Mercedes Benz Clase M apareció en la película Parque Jurásico, la marca no había tenido ningún problema en registrar su nombre. No obstante, cuando quiso denominar a cada una de sus versiones se encontró con un escollo inesperado; BMW tenía patentada la M seguida de un número para, como la mayoría sabréis, nombrar así a sus versiones más deportivas y realizadas por Motorsport. ¿Cuál fue la solución de Mercedes? Pues la solución vino de añadir una L a la Clase M para denominar a cada una de sus mecánicas. Así, el Clase M con motor 250CDi no se denomina, como sería habitual, M 250 CDi, sino que se llama ML 250 CDi, y se acabó el posible problema con BMW.

 

 

Una situación similar se encontró otra marca alemana muchas décadas antes. En principio se llegó a proyectar una carrocería tipo sedán, pero el proyecto terminó derivando hacia un deportivo con carrocería tipo cupé y configuración interior de 2+2, aunque los asientos posteriores eran prácticamente anecdóticos. El prototipo de este vehículo se llamó 901, y cuando se presentó el modelo en el Salón de Frankfurt de 1963 se hizo con la misma denominación, es decir, Porsche 901. El problema surgió cuando Peugeot interpuso una demanda porque tenía patentados los nombres de vehículos compuestos por tres números con un cero en el medio. Se fabricaron algunos modelos Porsche 901 hasta que hubo que cambiar la denominación, pasándose a llamar desde entonces Porsche 911.

 

 

Y ya que hablamos de Peugeot y del cero en el medio, la marca francesa cuenta con su propia histora para estas denominaciones. Según parece los primeros modelos contaban con dos números situados a ambos lados de la parrilla delantera. En aquel entonces los automóviles no tenían dispositivos automáticos de arranque, sino que éste se realizaba mediante una manivela que se insertaba en la parte frontal por un agujero realizado al efecto. Este agujero, situado entre los números de los lados, parecía un cero, y de ahí que Peugeot optase por incluir dicho cero en la denominación de sus coches y aprovechar así una situación que, al menos en aquel entonces, parecía inevitable.

 

 

Muchos años después la propia Peugeot fue contra sus principios para presentar un extraño modelo llamado 1007 y que, con puertas laterales deslizantes, se situaba en una especie de tierra de nadie entre el Peugeot 107 y el 207. Los técnicos de marqueting de la marca de aquel momento nos explicaron que el uso de los dos ceros venía a significar la ubicación del vehículo entre dos segmentos. No era un urbano como el 107 ni un utilitario como el 207, sino que se trataba de una mezcla de ambos.