De entre todos los participantes, pocos se salvaron de hacer, además, alguna que otra marca en los preciosos vehículos de prensa. Está claro que eso de ser periodistas nos otorga privilegios en cuanto a posibilidades de acción, pues tengo constancia de que a los clientes que realizan el curso les aleccionan muy bien antes de coger el coche: "el que rompe paga". Nosotros no teníamos que pagar... y lo pagaron muchos de los coches de prensa. Como podréis comprobar, lo pasamos en grande