No teniendo más allá de 12 primaveras, un negocio de venta de antigüedades familiar me obligaba a pasar las mañanas de los domingos en el rastro cuidando de que los amigos de lo ajeno no hicieran de las suyas con los objetos que vendíamos. Dado que no siempre existía gente dispuesta a soportar la famosa pregunta y posterior comentario de mi padre al traspasar la puerta:
-¿Quería usted algo?
-No, venía a mirar
-Como si esto fuera un museo
Debía yo matar el tiempo de algún modo, y mi progenitor me proporcionaba el dinero necesario para acudir al quiosco y comprar Autopista, Motor 16 y, si cuadraba con el mes, Automecánica, Motor Clásico y Automóvil. Leer aquellas páginas me proporcionó la mejor base para lo que años después llegó a ser mi profesión; periodista del motor. Una profesión que comencé a practicar en Transporte Mundial, continué en Autovía y Nextcar y terminé aquí, en MotorGiga, escribiendo pruebas y también opiniones en este blog que estás leyendo. Pasarme del papel a la red fue un paso difícil, sobre todo porque aun incluso a día de hoy muchas marcas de automóviles siguen considerando internet algo así como "un medio de segunda" frente a las revistas, pero tanto el excelente trabajo de algunos nuevos que comenzaron ya en la era digital como la presencia de gente que se inició en prensa impresa debe hacer que esas consideraciones cambien de signo en algún momento.
Y si existen personajes capaces de hacer que internet alcance la consideración que se merece ésos son sin duda los integrantes de una web de motor que, estoy seguro, terminará siendo referencia para los aficionados más apasionados de este particular mundillo; autolimite.
No he querido poner un enlace todavía porque antes de que puedas marcharte a comprobar la realidad de lo que comento he de ponerte sobre aviso de un par de cosillas. En primer lugar quiero que sepas que no soy envidioso, lo que pasa es que me pone de muy mala leche que alguien sea mejor que yo en algo, y si ese algo es saber de coches, escribir sobre ellos y, sobre todo, conducirlos hasta ese nivel definido como pilotaje, entonces ya la mala leche alcanza el grado de cabreo en toda regla. Víctor M. Fernández, Luis Villamil y Jorge Silva entran de lleno en el reducido grupo de colegas de profesión que por los motivos expuestos anteriormente llegan a ponerme mal cuerpo. Por todo lo anterior te ruego, amigo lector, que recuerdes que este que escribe intenta hablar con honestidad y objetividad sobre todo tipo de vehículos y que, a pesar de ser un enamorado del automóvil, ha tenido que volcar su pasión en los modelos más demandados del mercado en pro de la propia supervivencia. Pero también te digo que a veces, cuando echo de menos los viejos tiempos, yo también leo cosas como las que hacen estos verdaderos profesionales del volante en autolimite.