De todos modos esta entrada está dirigida a animar a todos a realizar cursos de conducción. No importa el nivel, no importa que nos gusten mucho o poco los automóviles, un buen curso de conducción nos ayudará a mejorar la seguridad al volante, y eso no tiene precio. Gracias a mi profesión he tenido la oportunidad de realizar varios cursos de este tipo de manera gratuita -cuando no era periodista del motor ya había pasado por "taquilla" voluntariamente- y siempre, independientemente del nivel del curso, he aprendido algo. El modo en el que coger el volante, la manera de sentarse, el mejor momento para frenar o acelerar, las actitudes más favorables para no tener problemas... muchas cosas que he podido comprobar con la práctica y que me han salvado de situaciones difíciles en varias ocasiones.
Como colofón os pondré un ejemplo curioso. Quizás habéis visto en algún programa de zapping de la televisión cómo, en una explanada prácticamente desierta, un vehículo ha terminado empotrándose contra el único obstáculo existente en cientos de metros a su alrededor. Ésa situación es verídica y tiene una explicación -aparte de ser un poco zote el conductor-. El coche tiende a ir justo hacia donde el conductor está mirando. Por eso, cuando un automovilista poco ávido tiene problemas y se pone a pensar algo como "no, contra ese muro, no, contra ese muro no...." suele terminar empotrado contra él. Siempre, en cualquier circunstancia, hemos de mirar hacia el punto al que queremos dirigirnos, haciéndolo así las posibilidades de ir por nuestro sitio se elevan mucho.