Durante las últimas dos semanas hemos estado probando el nuevo Skoda Rapid en sus versiones de gasolina con el motor 1.2 TSI de 105 CV y diésel, en este caso el 1.6 TDI de igual potencia teórica. Tal y como ya esperábamos, las diferencias dinámicas con respecto al SEAT Toledo que probamos hace poco tiempo y que disponía de las mismas motorizaciones han sido, básicamente, inexistentes.
Dicha realidad tiene toda su lógica por varios motivos, como el hecho de tratarse de coches prácticamente idénticos que se fabrican incluso en la misma fábrica (de Skoda, por cierto) aunque lo habitual es que SEAT suela hacer prevalecer la dinámica con unos tarados de suspensión algo más firme que los modelos de Skoda situación que, de ser cierta también en el caso del Rapid y Toledo, nosotros no hemos sido capaces de discernir. Es más, aunque hablemos básicamente del Skoda Rapid el 99% de lo que diremos a continuación puede aplicarse, con minimísimas variaciones, al SEAT Toledo.
Con un comportamiento rutero tremendamente sencillo y eficiente, el Skoda Rapid es un automóvil destinado a facilitar la vida de su conductor pero sin ofrecerle todos esos sistemas electrónicos de última generación que tan de moda están en la actualidad. Dispositivos como la alerta de cambio de carril, faros adaptativos, lector de señales de tráfico, asistentes al aparcamiento o similares quedan fuera de lo que se persigue en este automóvil. Pero dicha realidad es también cierta para otros aspectos que, pudiendo parecer igualmente llamativos, resultan ser más relevantes en el día a día como, por ejemplo, la posibilidad de contar con climatizador doble, salidas de aire para las plazas posteriores, la posibilidad de controlar las ventanillas eléctricas traseras desde el asiento del conductor o un cambio de seis relaciones para la versión de gasóleo 1.6 TDI.
Y claro, aquí es donde comienzan a surgir las dudas a los compradores, sobre todo en el caso del SEAT Toledo que, siendo como ya hemos dicho prácticamente igual que el Rapid se ofrece a un precio superior. La pregunta es entonces clara ¿Qué es lo que ofrece el Toledo a cambio de su mayor precio? Y la respuesta está realmente en detalles que van más allá de la cuestionable mayor o menor imagen de su anagrama y, además, depende también de las ofertas aplicables por parte de uno u otro, pues las diferencias en precio de tarifa resultan bastante reducidas.
Comenzando por la versión diésel hay que destacar que existe una escasa diferencia de apenas 250 euros en favor del Skoda, diferencia que es mayor en el caso de la versión de gasolina, al menos si comparamos las versiones básicas de ambos modelos. La comparación de equipamiento hace que vayamos dando o quitando puntos por pequeños detalles a uno u otro, pero más evidentes son algunos elementos visibles que afectan bastante al uso diario. Uno de ellos son los asientos con reposacabezas integrado del Rapid. Muy de moda en los últimos tiempos no es el primer coche en el que valoramos negativamente la existencia de los mismos, pues además de no ser regulables afectan negativamente a la visibilidad desde las plazas traseras, haciendo que los ocupantes de las mismas tengan una sensación de agobio mucho mayor que en el Toledo. Igual ocurre con el uso de diferentes tonalidades en el salpicadero del SEAT frente al monotemático Skoda, que al menos a nuestro juicio es excesivamente simple. Otra muestra es la presencia de un tirador en el maletero del Rapid para su cierre que es excesivamente burdo aunque, eso sí, muy práctico.
Estos y otros pequeños detalles dejan claro por tanto que la intención de ambos fabricantes ha sido la de separar estos modelos dejando que el Rapid haga bueno el lema de compra racional para ofrecer en el caso del Toledo un pequeño toque de exclusividad. Sinceramente nosotros creemos que merece la pena desembolsar ese pequeño extra en el Toledo pero también entendemos que no todo el mundo será de nuestra opinión y que, mirando el céntimo de euro, los pequeños detalles pasan en muchos casos inadvertidos. Dado que SEAT es española me gustaría pensar que el Toledo terminará llevándose el gato al agua en la mayoría de los casos pero, sinceramente, creo que será todo lo contrario. Flaco favor tiene la marca española con un modelo que olvida todas aquellas promesas de pasión y deportividad de otros tiempos y que apela a la misma racionalidad que vende su prima-hermana Skoda.
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