Domingo, 10:45 de la mañana, Copenague, Dinamarca. Son ya más de 1000 kilómetros a bordo de vehículos Audi por carreteras de Noruega, Suecia y Dinamarca. La realización de una prueba de consumo como esta en la que participamos te permite al menos observar la realidad desde otro punto de vista, con más calma, a veces, incluso, con cierto aburrimiento. Afortunadamente, el hecho de compartir viaje y experiencias con gente diversa permite también conocer otros puntos de vista.
Ayer, a medio camino entre Oslo y Copenague, paramos a comer en Gotemburgo, donde compartimos mesa con unos simpáticos alemanes que habían accedido al Audi Efficiency Challenge a través de un llamamiento en la web. Posteriormente, a la hora de la cena, fueron unos holandeses los que compartieron con nosotros mesa y mantel. Individuos ambos de dos metros de estatura y de nombre Erik, su impronunciable apellido me impide referirme a ellos con mayor concreción.
Pero dejemos un momento a nuestros recién conocidos para volver al tema que nos ocupa, el Audi Efficiency Challenge. Nuestro reto ayer era obtener un buen consumo con el TTRS realizando una media de velocidad de 84 km/h. Con autoimpuesta disciplina, tanto David Arroyo como yo mismo intentamos apenas acariciar el acelerador para maximizar la energía extraída a cada gota de combustible. Por supuesto, el aire acondicionado sólo lo utilizábamos de vez en cuando para evitar el vaho de las ventanas. Sudando la gota gorda y luchando en el filo de la navaja (buscábamos situarnos en el límite inferior de la valocidad máxima permitida), logramos llegar a Gotemburgo tras 600 kilómetros con unas cifras de 6,9 litros de media en consumo y una velocidad de 80 km/H.
Al llegar al hotel y dejar el vehículo el responsable de la flota nos preguntó el consumo, se lo dijimos, y nos espetó un: "No, es mentira". Lo cierto es que pensaba que estábamos tomándole el pelo, porque nuestros rivales obtuvieron una media de 7,9 litros y fuimos incluso de los más ahorradores entre los modelos de gasolina. Volviendo a nuestros amigos holandeses, nuestra mesa comenzó a tener una animada conversación tras saber que también ellos eran periodistas. Sus resultados no habían sido buenos en la jornada anterior porque, entre otras cosas, era la primera vez que participaban en una prueba de consumo.
Lo que resultó realmente interesante fue el momento en el que aparecieron los resultados. He de reconocer que llegué incluso a ponerme nervioso por la posibilidad de quedar fuera de límites debido al margen de error de la velocidad (como mínimo debíamos haber tenido una media de 79,8 km/h). No fue así, entramos en los márgenes; 81,2 km/h reales con 6,9 litros de media. Estos datos y la comparación directa con nuestros rivales nos permitió obtener 3 puntos y 12 goles en la jornada. Por supuesto, estábamos más que satisfechos. Pero lo mejor llegaba sólo un poco después, cuando salieron las clasificaciones hasta el momento y nos situábamos como primeros de la general con 6 puntos y 17 goles, dejando a los siguientes clasificados con los mismos puntos pero a más de 10 goles de diferencia.
Ciertamente, tenemos una excelente oportunidad para quedar los primeros pero, como ocurre con los partidos de tenis, nada está decidido hasta que se juega la última bola del último juego del set definitivo. La curiosidad de la situación radica en que los simpáticos alemanes con los que compartimos comida son los segundos clasificados, mientras que los holandeses participan hoy a bordo del S3, igual que nosotros, por lo que son nuestros rivales directos. Al menos siempre podremos aplicar eso de, si no puedes con tu enemigo, únete a él.