Audi R8 V10 Spyder; sensaciones de conducción

A este ritmo estoy, casi, casi, cumpliendo mi promesa de hacer un post diario. No es fácil, porque ando cual maleta de artista viajando de un lado a otro. En cada viaje la agenda está realmente apretada, con rueda de prensa, prueba de conducción, realización y edición de vídeo, comidas varias y trayectos de ida y vuelta que cada vez más habitualmente se producen en el mismo día. Pero eso no quita para que os tenga informados (aunque sea mínimamente informados) de lo que va ocurriendo en este apasionante mundo del automóvil.

Hoy estoy en Valencia, con la llave de un Mégane Cabrio de nueva generación esperando pacientemente en mi mesilla a que termine de escribir este post. Vine directamente desde Palma de Mallorca, donde probé el Audi R8 V10 Spyder. No, no fue ningún sufrimiento. Mi amigo -espero que me permita llamarle así y que así se considere él- Jaime Arruz, de KM77, me permitió acompañarle durante el día de pruebas de la gama Audi Cabrio. Estuvimos rápidos y, de todos los coches disponibles, nos hicimos con la única unidad del Audi R8 Spyder. El miércoles por la tarde, mientras yo intentaba trabajar algo en el hotel con el ordenador, Jaime estuvo buscando carreteras por las que probar el coche con seguridad, por lo que el jueves por la mañana tuvimos oportunidad de circular con el Audi R8 Spyder por carreteras viradas y realmente divertidas. Un detalle importante; había que tener un tremendo cuidado con los ciclistas, que en grandes grupos y también en solitario plagaban todas y cada una de las carreteras de la isla.

Con el Audi R8 Spyder entre las manos pudimos comprobar la maravillosa sinfonía que representa su motor V10 de 525 CV de potencia. Conducir a cielo abierto es una delicia cuando acompañan el tiempo, las carreteras y el vehículo en cuestión, y os aseguro que el tiempo que pasé al volante del R8 Spyder fue de absoluto disfrute. Deciros que el empuje es brutal resulta tremendamente obvio, pero sí puedo contaros algún que otro detalle. Por ejemplo, que una vez que circulas en manual durante un rato el propio cambio se mantiene en dicha posición aunque te hayas parado en un semáforo. Si quieres volver a automático habrás de "informarle" pasando la palanca a neutro y después a automático.

El R-Tronic, siendo un buen cambio, queda lejos del maravilloso funcionamiento de un DSG. Una vez que te acostumbras a la imperceptible transición entre marchas de un cambio robotizado de doble embrague, los pasos de una marcha a otra del R-Tronic no te parecen rápidos ni confortables; no es que no lo sean, es que a lo bueno se acostumbra uno en "cero coma..." y luego siempre espera tenerlo. Los frenos, después de realizar algunos kilómetros por carretera de montaña a buen ritmo, sueltan un olorcillo que en realidad no hace más que animar a seguir disfrutando de la conducción, pues dicho olor no implica ningún tipo de desfallecimiento de la mecánica.

No diré que apuré al máximo las prestaciones del coche, creo que sólo serán un puñado de malavaristas del pilotaje los que puedan realizar dicha afirmación, pero sí puedo decir que el comportamiento es intachable, el confort alto -siempre que no encontremos una carretera bacheada donde (milagros no existen), el Audi R8 Spyder transmitirá las irregularidades a los ocupantes- y la sensación de rigidez de la carrocería realmente buena.

Por cierto, que la convivencia del Audi R8 V10 Spyder con los ciclistas de la carretera fue perfecta. Siempre tuvimos mucho cuidado con su presencia y, cada vez que nos cruzábamos con un grupo, jaleaban la presencia del precioso automóvil incitándonos incluso a acelerar en vacío para escuchar el bello sonido de su mecánica.