Circulaba yo cerca de mi casa cuando me sorprendió ver un SEAT Exeo en lo alto de una isleta a la entrada de una rotonda. Junto a él, dos guardias civiles, y parados junto a ellos, un par de coches entorpeciendo la visibilidad de la entrada a la rotonda. Al pasar más cerca comprobé que el susodicho SEAT (y conste que la marca nada tiene que ver con ello) era propiedad de la DGT que, haciendo honor a los requerimientos de servicio a los ciudadanos, estaba repartiendo recetas por exceso de velocidad cometidos en una larga recta previa a dicha ubicación.
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