Miércoles - 06.Noviembre.2024 |
La historia de la automoción está salpicada de fracasos comerciales de vehículos que pretendieron ser y/o aparentar lo que no eran y que por ende no gozaron del beneplácito del gran público. Esto no quiere decir que fueran malos coches ni mucho menos, sencillamente que la supuesta identidad que el fabricante quiso imprimir en sus productos no fue la más acertada o no supo ser correctamente interpretada por el mercado. Hay ejemplos claros en todos los segmentos aunque dependiendo de la marca, la prensa escrita lo disfraza de una forma u otra. Por ejemplo a nadie se le escapa que tanto el Volkswagen Phaeton o los Mini Coupé y Roadster han sido un auténtico fracaso comercial, pero la prensa “especialista” prefiere hablar de cortas y exclusivas tiradas, dejando el término de fracaso a vehículos de marcas más generalistas, como cuando se refieren al estupendo Peugeot 1007.
Este utilitario francés llegó al mercado europeo a lo largo del año 2005 con una estética que no dejaba indiferente a nadie. Su línea excesivamente cuadrada estaba condicionada por la incorporación de las dos enormes puertas laterales correderas de accionamiento eléctrico y que se convirtieron en el centro de atención de este vehículo tanto por su practicidad como por su enorme repercusión en el peso global del vehículo y en la gran cantidad de problemas de fiabilidad que han ido dejando a lo largo de su corta vida comercial.
El frontal del Peugeot 1007 era recto y sin muchas concesiones al diseño. Sólo la forma de los faros y las aperturas de los paragolpes aligeraban visualmente el conjunto. La parte trasera sin embargo se mostraba recta y muy pesada por la importancia que el diseñador dio a las líneas rectas y a los ángulos rectos en las distintas tolerancias del portón, de los pilotos, del paragolpes…
La vista lateral era sin embargo la más llamativa y no por sus líneas extremadamente rectas sino por la innovación que suponía sus grandes puertas correderas que obligaba a una distribución de la superficie acristalada nunca vista antes en un turismo. Además, lejos de ocultar las guías correderas de las puertas, Peugeot decidió que fueran una parte importante en el diseño lateral y las mostró sin rubor en un elegante color gris.
El interior del Peugeot 1007 destacaba más por la practicidad que por un diseño llamativo. El salpicadero de enormes dimensiones mostraba un desarrollo horizontal con una gran consola central que, en los modelos más equipados, podía estar plagada de pequeños botones difíciles de encontrar durante la conducción. Tanta sobriedad y seriedad en el diseño principal interior podía suavizarse con los paquetes de personalización interior Camaleo que permitía cambiar en cualquier momento, no sólo en el momento de la compra, el acabado del salpicadero, la parte interior de los asientos y de diversos elementos de mando interior. El Peugeot 1007 tenía un interior homologado para cuatro personas que podían acomodarse en cuatro asientos individuales. Los traseros, salvo en el acabado más básico, podían regularse de forma longitudinal para dar más espacio a las piernas de los pasajeros trasero o al maletero, según necesidad.
Sin embargo el gran problema del Peugeot 1007 fue el chasis. A pesar de contar con una longitud de 3’73m su batalla era de sólo 2’32m lo que repercutía negativamente en el espacio interior y en su comportamiento en carretera. Se mostraba algo nervioso en situaciones apuradas y su estabilidad estaba condicionada por complicados sistemas de suspensión que tenían un tarado ciertamente duro.
Los grupos propulsores del Peugeot 1007 eran ya conocidos de otros modelos de la marca. A lo largo de su vida comercial se ofrecieron dos bloques de gasolina y otros dos de gasóleo. El escalón de acceso lo conformaba el vetusto bloque de 1.360cc y 73cv y el más prestacional era el motor de 1.587cc y 109cv que permitía a este utilitario alcanzar los 190 km/h. La oferta diésel estaba formada por el los bloques fabricados entre PSA y Ford de 1.398cc – 68cv y 1.560cc – 109cv. En cualquier caso el cambio era siempre de cinco velocidades aunque según el motor se podía elegir entre el cambio manual o el cambio con embrague pilotado.
A pesar de estos niveles de potencia, las prestaciones del Peugeot 1007 siempre fueron pobres debido al excesivo pelo del conjunto. De hecho, el modelo 1.4 HDi de 68cv obtenía una velocidad máxima de 160km/h en el mejor de los casos.
A excepción de los modelos más básicos, el equipamiento del Peugeot 1007 fue siempre muy rico y abundante. En sus modelos más equipados contaba con elementos como el climatizador, el navegador o los sensores de lluvia y de luces. Por desgracia, y otra vez salvo en los modelos más básicos, el precio de salida era ciertamente exagerado para el tipo de coche que era.
Al año siguiente de comenzar su comercialización se lanzó el modelo 1.4 16v realizado a partir del bloque de 1.360cc y dotado de una culata multiválvulas que aumentó su potencia hasta los 88cv.
A partir de entonces las únicas variaciones que sufrió el Pegeot 1007 fueron las diversas variaciones entre niveles de equipamiento y motorizaciones para ajustar su oferta a las necesidades de los distintos mercados en los que estuvo presente.
A lo largo del año 2009 el fabricante francés hizo público su deseo de cancelar a corto plazo la producción de este pequeño monovolumen sin ningún tipo de sustituto previsto. Finalmente el último Peugeot 1007 salió de las cadenas de montaje en mayo del 2010. En total se fabricaron poco más de 115.000 unidades.
Las causas del fracaso comercial de este Peugeot hay que buscarlas tanto dentro de la marca como en el mercado. Por un lado, siendo sinceros, la línea del 1007 era llamativa por su concepto de puertas, pero no se podía considerar un coche bonito o atractivo. Por otro lado sus prestaciones discretas y su precio elevado tampoco ayudaron mucho. Además, por mucho que Peugeot quisiera vender el 1007 como “el Smart francés”, eran conceptos tan distintos como el día y la noche.
Haciendo referencia ahora a lo que se queda fuera de la responsabilidad de Peugeot hay que entender que el 1007 llegó al mercado en plena efervescencia del Mini, más pequeño, más caro y más incomodo que el modelo francés pero con una gran aceptación en el mercado.
Se ha de reconocer que los experimentos nunca se llevaron muy bien con Peugeot y una muestra de ello es deportivo RC, que tampoco tiene una gran aceptación en el mercado y pronto se descatalogará sin que hay un sustituto previsto.
En un resumen final puedo afirmar que el Peugeot 1007 era un proyecto muy bueno pero que falló rotundamente al llegar al mercado y principalmente por la ineficacia de la marca a la hora se situarlo comercialmente. Cierto es que la gran mayoría de los clientes que entraban en un concesionario se decantaban por el modelo 206, pero una vez más, esto no quiere decir que fuera un mal coche. Incluso me atrevo a decir que como concepto el Peugeot 1007 me parece infinitamente más acertado que cualquier otro coche de su longitud.
Cierto es que si el Peugeot 1007 equipase puertas convencionales podría haber disfrutado de mejores prestaciones y de un precio de salida muy inferior, pero entonces habría perdido parte del encanto del que aún hoy disfruta. Por cierto, ¿sabíais que al abrir las puertas laterales éstas no sobresalían del ancho que marcaban los retrovisores? Cada uno podrá pensar lo que quiera, pero personalmente opino que este detalle hace a un coche infinitamente más urbano que las llantas de 18”…