Sábado - 05.Octubre.2024 |
Copiar nunca ha sido buena idea y a veces los proyectos más originales tienen su parte más oscura. Sin embargo hay ocasiones en las que en vez de copiar, simplemente se busca una fuente de inspiración para que el resultado tenga un cierto halo de personalidad. De esta forma, si a cualquier aficionado al mundo del motor se le pregunta por un coche radical en todos los sentidos muchos serán los que dejen su imaginación volar hasta el Reino Unido para fantasear con el Lotus Elise, pero hubo un tiempo en el que la división más deportiva de Renault lanzó al mercado un vehículo diseñado para disfrutar al máximo de las emociones más deportivas.
En el salón de Ginebra de 1994, Renault Sport presentó un prototipo de descapotable carente de cualquier elemento de confort y fabricando en gran medida con componentes de aluminio para limitar en la medida de lo posible el peso final del conjunto. El vehículo en cuestión contaba con una original apertura de las puertas en tijera y la luna delantera se había sustituido por un sistema tan original como poco efectivo juego de difusores situados delante de los dos únicos pasajeros delanteros cuya función era la de elevar las corrientes de aire por encima de las cabezas del conductor y del acompañante.
El bastidor del Renault Sport Spider estaba fabricado en aleación de metales ligeros y contaba con suspensión de doble horquilla y barras estabilizadoras en ambos ejes para aumentar la sensación de apego al asfalto.
El vehículo resultaba sumamente aerodinámico y en sus líneas sumamente paralelas al suelo tan sólo destacaba la gran entrada de aire para refrigerar el motor situado en posición trasera. Por cierto, que aunque mucha gente cree que sólo se fabricó en color amarillo, también se fabricó en color azul, rojo, gris… aunque cierto es que el amarillo fue el color que más se nos mostró en su momento.
El interior del coche contaba con la misma sencillez que el exterior. Contaba con dos asientos deportivos que tenían delante un salpicadero en color aluminio con un pequeño salpicadero delante del conductor con información (muy) básica sobre el motor y la velocidad y una consola central con un botón de warning… y nada más. No había radio, ni había ventilación, no había guantera… nada. Sin embargo, sí contaba con la posibilidad de regular los pedales a las necesidades el conductor.
A pesar de esta estudiada austeridad, el coche levantó gran expectación y en un tiempo récor de tan sólo quince meses, el Renault Sport Spider llegó los concesionarios europeos fabricando en Dieppe (Seine-Maritime, Normandie), la antigua sede de Alpine-Renault. Eso sí, lo hizo con la posibilidad de equipar luna delantera y limpiaparabrisas, lo que elevaba su peso total de 930 a 965kg. Cabe destacar que en los modelos con parabrisas había como opción un techo de lona de diseño muy sencillo y que en los modelos sin parabrisas sólo se podía equipar una lona de protección que debía retirarse para usar el coche.
Para mover el Spider, Renault Sport recurrió al motor del Clio Willians. Es decir, era un tetracilíndrico de 1.998cc y 147cv a 6.000rpm. Podían parecer pocos caballos para vivir intensamente las sensaciones que prometía el fabricante, pero gracias a su contenido peso, el vehículo era capaz de alcanzar los 215km/h y de acelerar de cero a cien kilómetros por hora en menos de siete segundos gracias a los cortos desarrollos de su cambio manual de cinco velocidades. Lo que sin embargo no acompañaba, a pesar de la ligereza del coche, era el consumo que incluso en las utópicas condiciones de homologación arrojaba una media de 8’5 l/100km. Hubo versiones para competición con potencias cercanas a los 300cv y que incluso eliminaban el asiento del pasajero para reducir aún más el peso, pero debido a la escasa tirada del Renault Sport Spider, estas unidades eran más de demostración que para otra cosa.
A pesar de toda la expectación que había levantado en el salón del automóvil de Ginebra cuando fue presentado, los europeos buscamos algo más de comodidad a la hora de comprar un coche y el Renault Sport Spider fue descatalogado a lo largo del año 1999 tras haberse fabricado tan sólo unas dos mil unidades, algunas de las cuales pueden encontrarse en el mercado de segunda mano, donde una unidad en buen estado puede rondar o incluso superar los 40.000€ y aunque no hay muchas unidades a la venta, la mayor parte de ellas cuentan con poco kilometraje.