Es Nochebuena y antes de irme a cenar con mi familia tengo un rato libre y he pensado que lo mejor era actualizar un poco el blog, que lo tengo abandonado y no por falta de temas de actualidad, si no por el exceso de ellos, que hacen que esté sin aliento durante los últimos días de 2009. Creo que lo más relevante que ha pasado últimamente en el mundo del motor puede ser, además del cierre de la firma Saab, el acuerdo alcanzado entre el grupo automovilístico estadounidense Ford y la china Geely para la venta de la otra compañía sueca, Volvo.
Después de una semana de comidas, cenas, aperitivos y desayunos navideños de todo tipo, he acudido a mi último evento antes de las fiestas, en el que he podido compartir una agradable comida con varios compañeros del motor. Terminado el encuentro, he vuelto a la redacción y me he quedado de piedra con lo que me esperaba en ella. Según entro por la puerta: “General Motors va a cerrar Saab” y yo pienso, y porqué.
Dicen que el sector de la construcción ha sido uno de los que más ha sufrido la crisis económica y en el que el número de despidos ha sido mayor. Pero está claro que ninguna parte de la actividad económica ha logrado escapar a los efectos de este mal momento. Todos conocemos, en el peor de los casos hemos sido víctimas, de algún despido entre nuestros conocidos, trabaje en el área en la que trabaje. El motivo de mi post de hoy es resaltar que el automóvil también ha tenido que reducir muchos efectivos en la parte de producción y distribución, pero lo que no se suele saber es que las cosas también están cambiando en las cúpulas directivas.
Hace unos días escribía un post sobre la importancia que tiene, bajo mi punto de vista, la decisión de las grandes empresas del sector del automóvil de iniciar fuertes inversiones en estos tiempos de crisis económica, en la que todo el mundo barre para casa y se piensa más en el ahorro que en los proyectos de futuro. Pero como ya dije en ese post, muchas grandes operaciones se gestaron en los peores momentos. Una vez hecho este pequeño recordatorio, quiero dedicar el espacio que me brinda esta página web para hablar del extraño caso del consorcio Volkswagen.
Esta semana, el Ministerio de Industria, en el marco de los actos elaborados para dar a conocer las características de lo que va a ser el estandarte de la política energética en los próximos años, el coche eléctrico, organizó un seminario sobre este asunto, al que acudieron grandes personajes relacionados con esta nueva tecnología. Entre los asistentes, a parte de algunos periodistas desperdigados, se encontraban el presidente y director general de Renault España, Jean Pierre Laurent, el propio ministro de Industria, Miguel Sebastián, o representantes de las principales compañías energéticas y de los principales sindicatos, entre otros.
A menudo vemos como las empresas de diferentes negocios tienen intereses comunes y cómo otras invierten en temas que consideran que pueden ser rentables. Concretamente, en el mundo del automóvil es muy habitual que haya accionistas de grandes compañías del motor procedentes de otros sectores industriales o de cualquier otro lado. Es el caso, por ejemplo, de Daimler, que entre sus principales accionistas cuenta en el Emirato de Dubai.
En la vida hay veces que las situaciones dan giros inesperados, no siempre siguen el curso que deberían, y parece que en el mundo del motor estas cosas pasan más a menudo de lo normal, o por los menos en los últimos tiempos, se están rompiendo los esquemas más veces de lo que podríamos considerar como normal. Primero fue el, no se puede llamar de otra forma, culebrón entre Volskwagen y Porsche, luego llegó la frustrada venta de Opel a Magna, y, finalmente, hemos visto como el proceso de traspaso de Saab se ha ido al garete.
Se puede hablar largo y tendido de la gestión de Miguel Sebastián al frente del Ministerio de Industria, Turismo y Comercio en lo que se refiere al sector del automóvil. Habrá opiniones para todos los gustos, desde los que crean que ha sido el mejor en el puesto hasta los que opinen que ha sido uno de los personajes más nefastos para la industria de las cuatro ruedas (y también de la de dos ruedas). Yo no me encuadro en ninguno de los dos bandos, si no que más bien pienso que por lo menos se está preocupando en tomar medidas en relación con el automóvil, aunque puede que no siempre sean las más adecuadas, como es el caso del, en mi opinión, fallido Plan VIVE.